viernes, 31 de diciembre de 2010

Palizas mediáticas

Juan Gajardo Quintana
“La violencia es el último refugio del incompetente” Isaac Asimov
Un sujeto, al ser interpelado por otro, sin decir agua va y antes que este pueda agregar argumento alguno a su interpelación, se abalanza sobre su interlocutor y lo hace experimentar una tempestad de combos y patadas cual nunca se imaginó en su vida de exitoso empresario. ¿Vendría su victimario saliendo de una fracasada actuación ante un público reticente y agresivo? ¿Habrá quedado con la secuela de haber interpretado al violento e iracundo Otelo, el moro celoso? Quién sabe qué fue lo que ocurrió. Capaz que se las haya querido dar de héroe de película frente a las robustas damiselas que atendían el servicentro, toda vez que acusó, luego, ante las cámaras, que el magullado hombre de empresa habría estado haciéndose el plomo con el personal del negocio. Cabe hacer notar que los machos de la especie, tienden a subir los bonos ante sí mismos mediante esta intrincada operación de hacer crecer su imagen ante la presencia de las féminas y se agradece, cuando no se teme, la aparición de un rival que pueda opacar su estampa en lo que considera su territorio virtual.
Esto que causó estupor entre la civilizada ciudadanía de nuestra tierra, es más común de lo que queremos reconocer. En política basta que un adversario se atreva a insinuar algún “desapego” hacia algún prohombre, para que este reaccione en una forma que envidiaría el propio Carlos Martel (después Carlomagno), cuando aporreaba sarracenos. En la vida laboral, cualquier comentario que un susceptible funcionario escuche acerca de su desempeño, es causal para que prepare su artillería y se disponga a vender caro su prestigio. Y qué decir del jefecito que teme ser eclipsado por un recién llegado y soportar las críticas a su sagrada gestión. La respuesta es inmediata y muy lejos de mesurada: sin aviso, pero con premeditación y alevosía, se lanza sobre el infortunado dándole con todo. Descalificaciones, sarcasmos (si tiene la agudeza para hacerlo), acusaciones, oficios secretos hacia las autoridades, de cuyo contenido el infeliz no se puede defender, en fin, acciones desquiciadas que forman parte del arsenal de aquel que ha hecho de sus instintos el elemento rector de su proceder.
Lamentablemente la violencia, en sus diversos aspectos, tiene muchos admiradores. Algunos la han convertido en el tema de sus propuestas artísticas, con el fin de apoderarse de un importante mercado. Cineastas y periodistas hacen su agosto con dichos contenidos. Pero la violencia más soterrada, funcionaria y administrativa, como arma para mantener controlada la conciencia y accionar de las personas, constituye en gran medida el elemento gestor por excelencia de individuos que llegan a posiciones de cierto liderazgo, no en base a sus capacidades y talentos. Por el contrario, generalmente son sujetos con limitaciones evidentes, lo cual hace más monstruosa la reacción de la masa a su cargo: servilismo, sumisión, resignación y entrega sin condiciones. Las personas con dignidad, visión y libertad de pensamiento, allí están perdidas. Entonces, que el Altísimo nos ayude cuando aparezcan nuevas atribuciones para nuestros directores de colegio, que pueden aumentar los despropósitos que apreciamos diariamente en los centros educacionales. Recuerdo que debí pasar dos días en un afectado liceo de Linares, reemplazando a una profesora amiga. No me contactó ningún docente directivo, simplemente porque ninguno se encontraba en el establecimiento. Tanto el horario como las instrucciones del cargo me las tuvo que dar un inspector de pasillo. ¡Y después se dieron el lujo de objetar mi augusta presencia en ese magno centro de enseñanza, cuando ni siquiera me divisaron! ¿Y si me han dado con el mocho del hacha? También, muy señor mío. Siendo vuestro servidor diplomático y cuidadoso siempre en sus planteamientos, de su boca jamás emana un término disarmónico, haciendo honor a su condición de académico de la lengua. Pero las palabras con su infinita riqueza, de nada sirven ante la acerva mirada de un troglodita, tal como quedó demostrado, gracias a las imágenes de Facebook y Youtube.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Alumnos improntados

Juan Gajardo Quintana
Y tuve muchos maestros de que aprender... Sui Generis “Aprendizaje”
Es impresionante la influencia que los profesores ejercen en el comportamiento de sus dirigidos. Nótese que no dijimos “en la forma de ser”, puesto que la parte íntima del educando, por lo general esreservada para sí mismo y para quienes elige vía afectiva. Pero siendo fiel con la premisa que las relaciones humanas son transacciones en las que se entrega algo a cambio de una retribución, se concluye que las formas de actuar de los alumnos, son la respuesta a la manera como el educador les plantea la realidad, a nivel de aula y de la vida escolar. Así, un profesor permisivo no le dirá al alumno que la vida es un eterno recreo, pero sí le permitirá creer que la sala de clases y el colegio es un parque de diversiones. Por su parte, un docente ordenado y estricto, aunque sufrirá los efectos de esa permisividad y se verá en serios aprietos cuando pretenda obligar a sus pupilos a comportarse con circunspección, promoverá en ellos las adaptaciones necesarias ante un esquema diferente. Pero es en el ámbito de los valores, siendo el ser humano un ente moral, donde es más peligrosa esta influencia. Un docente acostumbrado a jugar a ser popular, está dispuesto a claudicar ante las expectativas de sus alumnos. Si sumamos la inseguridad personal que mucho docente carga consigo, nos encontramos con un individuo potencialmente nocivo, pues a toda costa buscará la autoafirmación mediante recursos destructivos, como la indulgencia, la laxitud frente a las exigencias, la banalidad expresada en compartir seudovalores consagrados por los medios masivos y un discurso autorreferente, cuyo resultado es distraer a los estudiantes de los contenidos realmente importantes. ¿Qué puede servirle al alumno escuchar largas peroratas sobre las preferencias consumistas del(a) profesor(a)? ¿O conocer al dedillo los éxitos de la parentela de la señorita tal y cual? Otros se autoerigen como adalides y defensores de los débiles, en desmedro de la ética que debe regir en su relación con los demás profesionales. Todo esto está muy cerca de lo que se denomina “chantaje emocional”. Las conductas de los docentes, disfrazadas de celo profesional o compromiso con los estudiantes y apoderados, y que se traduce en escuchar cuanto cahuín le traigan acerca de otros alumnos y apoderados, o de sus propios colegas, transforma el ambiente en un irrespirable hervidero de intrigas, desconfianzas e incluso traiciones. Pero para los patrocinadores de tales prácticas, esto constituye una vinculación cercana con sus alumnos, especialmente alumnas, puesto que ellas son más sensibles a la manipulación afectiva, sobre todo si proviene de un individuo del mismo sexo. De modo que es muy común encontrarse con grupos curso donde el ambiente de intriga se puede cortar con tijeras, por obra y gracia de consagrados educadores que gozan de un sólido estándar precisamente gracias a ese macizo trabajo político. Lo interesante, es que individualmente, los alumnos afectados por esa imposición de la realidad, al sondearlos más de cerca, manifiestan no precisamente satisfacción, sino la desazón por encontrarse obligados a ese proceder para no hacer peligrar su situación personal y sus resultados académicos.
¿De cuántas cosas deberíamos pedir perdón los profesores? Sería muy interesante que cada Día del Maestro, no solo se diera lectura al Decálogo del Profesor, sino también al “ Mea Culpa del Profesor”. Todos sabemos, cual más, cual menos, los errores de que somos culpables. Errare humanum est. El verdadero delito es creerse una eminencia que jamás se equivoca, y peor aún, saber que se está actuando indebidamente y perseverar en ello. La educación, y la religión, son dominios extraordinariamente delicados, puesto que ambos aspiran a la plenitud, en un proceso llevado a cabo por seres llenos de defectos y limitaciones, incluso a menudo se convierten en ámbito de refugio para individuos llenos de carencias y contraindicaciones, no filtrados como se debiera en la formación profesional inicial. Para rematar, la naturaleza humana tiende a negar ante sí misma sus vicios cuando se ve enfrentada a algo sublime o superior, según el principio de autodefensa ya estudiado por la psicología. Entonces está disponible el indefenso prójimo para cargar sobre él nuestras fallas, antes que los logros ajenos desnuden nuestras propias falencias. Cuídate de aquel que te odia por tus defectos, porque más te aborrecerá por tus aciertos. Se me ocurre de repente, siendo partidario acérrimo de la educación laica, que en cada establecimiento haya un confesionario, donde los sufridos y pródigos educadores puedan higienizar sus espíritus, reconciliándose con la vida, con sus colegas y consigo mismos. La interminable cadena de talleres que se realizaron desde los años 90, apuntaban en parte a eso, a “sincerar” la tarea del maestro, pero como en su mayor parte fueron implementados sin mayor criterio y en forma “espontánea”, tanto el programa mismo como sus efectos se diluyeron como el vapor, reapareciendo nuevamente las rémoras que se acumulan en el ejercicio docente, para desgracia de tan delicada tarea como de los jóvenes que se ven afectados por ella.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad ahora y siempre



Juan Gajardo Quintana
“El fin de años huele a compras, enhorabuenas y postales, con votos de renovación…” Silvio Rodríguez, Canción de Navidad
Si Ud. es una persona como cualquiera: ignorada, desorientada, contaminada, y quiere dejar de ser un o una triste desconocida, entonces súmese a las hordas de compradores desesperados que pululan nuestras avenidas en estas álgidas fechas de fin de año. En cuanto la vía pública se convierta en un mar que se desborda por los cuatro costados, aparecerán la prensa, la televisión, la radio y de manera espectacular cubrirán el magno evento, destacando la dimensión del fenómeno, en cuyo número estará Ud. incluído (a) y, si tiene suerte, pasará a la historia, respondiendo preguntas esclarecedoras como ¿Desde qué hora anda por aquí? O bien, ¿Aún le falta mucho por comprar? E incluso ¿Le afecta mucho el calor? Porque esta parte del fenómeno navideño, llena ahora dos tercios de los programas “noticiosos” (el otro tercio se divide en partes iguales entre el fútbol y los escándalos políticos e institucionales de nuestro querido jaguar latinoamericano).
Cómo celebran la Navidad los gringos solo lo sé por las películas, ya que mi modesta planta jamás ha pisado otro suelo que no sea este de mi dulce patria. Cuando el programa de pasantías docentes daba la oportunidad de pasearse durante un mes o más por territorios extranjeros, era mucho lo que había que hacer en la educación por estos lados, como para aprovechar esa irrepetible franquicia. Pero resulta encantador ver como nuestros colonizadores del norte, expresan sus saludos navideños, cantan villancicos, viven la aventura de buscar y adornar su árbol navideño y se impregnan de ese espíritu candoroso que, aunque un poco azucarado, acaricia deleitosamente el alma. Lo hace a uno retornar a esos momentos plácidos de la infancia, en que nuestra madre instalaba el árbol que llegaba hasta el techo, desenvolvía los adornos primorosamente guardados en cajas acolchadas y de mañanita nos servía un tazón de chocolate acompañado de sendos bizcochuelos. El pan de pascua es un producto que irrumpió en el mercado formal e informal no hace demasiado tiempo.
Los modestos juguetes que recibíamos solo contribuían a hacer un poco más mágico el ambiente, que de por sí ya se encontraba impregnado de un dulce sentimiento de tranquila e íntima felicidad. Además en la escuela, nuestras profesoras normalistas, con ese espíritu que hoy se echa de menos, revestían las actividades de finalización de año con ese velo maravilloso dado por las fechas que se aproximaban. Una vez que las calificaciones estaban puestas y la situación final de los alumnos definida, no quedaban mirándose las caras, despachando a los estudiantes o dándoles chipe libre para sus travesuras de fin de temporada. No. Había una exposición que preparar, un bello acto que realizar, escenografías, convivencias, repartos de juguetes, tarjetas que confeccionar y… villancicos que enseñar. Aún recuerdo a mi hermana como nos solazaba todo el día con sus cánticos de belenes, niños, novenas, estrellas y magos. Letras de ingenuas canciones que perdurarán siempre en nuestra memoria. Sobre todo cuando en las fiestas infantiles ahora, mientras se agazaja a los peques con torta y helados, son los Charros de Lumaco y otros parecidos, los que inútilmente nos recordarán qué fiesta es la que celebramos. Quizás siempre ha sido así con las tradiciones que heredamos de otras culturas. Las asimilamos distorsionándolas o incapaces de comprenderlas, las convertimos en un engendro. Recuerdo con espanto las cumbias villeras de la prefiesta navideña que celebré con mis compañeros de trabajo la temporada anterior. En fin, es muy posible que ese mismo espíritu que respirábamos en nuestra infancia, envueltos en las cadencias de campanas y cascabeles, hoy sea el mismo, pero cabalgando no en renos, sino en el piafar de los recios corceles de Los Bandoleros del Sur.

martes, 21 de diciembre de 2010

Sacándole la vuelta a la montaña

Juan Gajardo Quintana
"Lo esencial no es escalar rápido, sino durante mucho tiempo." Georges Livanos
Uno de los principales reparos de los estudiantes frente a la PSU verbal, fue el exceso de ítemes de Comprensión de Lectura, su, para ellos, excesiva extensión y lo complejo de su estructura. Para nosotros, con todo el respeto que se merecen nuestros estudiantes, esgrimir esos comentarios, equivale a escuchar a un andinista quejándose de lo escarpado de una montaña. Dicho deportista, para enfrentar el desafío, se ha preparado con dedicación, no esperando que la empresa sea fácil, puesto que las condiciones por lo general en la realidad son más difíciles que lo presupuestado. Si él, blandamente, considerara las destrezas mínimas y el equipamiento elemental, puede ser sorprendido por las condiciones no siempre previsibles de la montaña y verse en serios aprietos e incluso ante riesgos insuperables.
En reiteradas ocasiones, cuando a nuestros alumnos los exponíamos a ensayos, ya sea para la prueba SIMCE o PSU, menudeaban las protestas contra lo pródigo de esos instrumentos en lo relativo a comprensión de textos. Inútilmente a veces los docentes intentábamos concientizarlos que si así estaban planteados esos sondeos, era porque las evaluaciones oficiales precisamente exigían en alto grado la habilidad mencionada.
Ahora bien, de aquí se desprenden a lo menos dos consideraciones: la primera dice relación con la importancia que actualmente se concede a las habilidades de análisis y síntesis, implícitas en la capacidad de comprensión de lectura. No se puede concebir a un profesional competente que tenga problemas para entender y comprender un texto escrito. Además, junto a ello debe ser capaz de interpretar la información y formarse juicios acerca de ella para luego exponer sus propios puntos de vistas y ofrecer alternativas ante la temática en cuestión. Es decir, las habilidades de comprensión de lectura suponen una cadena de operaciones a nivel superior de la cual no siempre nuestro estudiante -y nuestros educadores- están conscientes. En consecuencia, es completamente aceptable que estas destrezas y habilidades posean un espacio destacado en todas las evaluaciones que se realizan. En segundo término, es sumamente relevante señalar que la práctica de estos “ensayos” y talleres para prepararse a encarar estas mediciones estandarizadas, no constituyen las medidas más acertadas para que el alumno las enfrente con éxito. Más bien son un signo del fracaso de la educación sistemática. Por una parte, si el estudiante no ha hecho de la lectura una práctica habitual y le ha concedido en su conciencia la importancia que se merece, continuará jugando en los pretests a escoger las respuestas al azar, como se ha observado hasta a ahora. La otra observación es consustancial a la anterior. La actividad educativa se ha convertido de repente a una especie de entrenamiento para sortear vallas, en circunstancia que en la sustancia del concepto de educación se encuentra la idea de un crecimiento personal partiendo de las dimensiones más íntimas del ser humano. Muchos preguntarán, ¿Y eso da de comer? Respondemos: No solo da de comer, sino que además provee de un techo y abrigo frente a las vicisitudes de la vida. Las capacidades superiores se van desarrollando paulatinamente mediante un juego interactivo entre el organismo y su entorno. Genética y experiencia. Es un proceso más o menos lento, que incluye momentos de gran expansividad, propios de etapas tempranas, sucedidos de aprendizajes más específicos. Es un error someter al estudiante a talleres intensivos para insuflar a la fuerza destrezas y habilidades que requieren paciencia y dedicación. Por lo mismo es que el diseño del currículo educativo, consistente en un entramado lógico y psicológico, para proveer al alumno de las experiencias y condiciones necesarias para su aprendizaje, demanda una visión estratégica y un análisis concienzudo para estructurar un esquema armónico, coherente y que satisfaga las necesidades de los futuros ciudadanos. Si pensamos que hoy nuestros jóvenes, aun habiendo ingresado a la educación superior, continúan dando tumbos en busca de su destino, o bien requieren con antelación múltiples talleres y encuestas de orientación, cursar preuniversitarios dentro y fuera de su establecimiento educacional, para finalmente tener una idea aproximada de lo que son y desean, debemos concluir que más de alguna distorsión existe entre lo que realiza la escuela y las expectativas que la sociedad tiene de los alumnos. En palabras más simples, si el alumno requiere instancias externas al currículo para prepararse, significa que existe un divorcio entre lo que exigen los instrumentos de medición y lo que está entregando el sistema educativo. Entre las habilidades superiores consagradas como deseables por la sociedad y las destrezas operativas que está desarrollando a nivel escolar.

martes, 14 de diciembre de 2010

Nosotros, los decentes

Juan Omar Gajardo Quintana

¡Dale, nomás...!
¡Dale, qué va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo’a encontrar...!

Enrique Santos Discépolos “Cambalache”

Como frente a la mayoría de las catástrofes que no nos tocan, nuestra actitud ante el infierno vivido por los reclusos de la torre 5 de la cárcel de San Miguel, ha sido de escéptico estupor, pues lo consideramos un tipo de tragedia del cual estamos a salvo, y que nunca probablemente nos tocará. Acto seguido, enderezamos el lomo, nos acomodamos el nudo de la corbata (real o virtual) y nos sentimos moralmente satisfechos de no pertenecer a esa ralea que purga justamente sus crímenes y deudas con la sociedad. Incluso llegamos a pensar que más allá de la justicia humana puede estar operando una providencia superior que vela por las personas decentes, como nosotros, para que el mal disminuya o se debilite hasta hacerse invisible a nuestros ojos. Cual más, cual menos, concluimos, de los que están tras las rejas, son seres que no merecen el trato con los hombres y mujeres cuya hoja de vida está límpida e impoluta.
Este razonamiento nos provee de una calma espiritual que nos permite dormir con la conciencia apaciguada y dispuestos a dar rápidamente vuelta la página, esperar que las autoridades hagan su trabajo y los políticos disputen culpándose mutuamente de cada emergente desastre actual o por venir.
Como ciudadanos ejemplares, preferimos olvidarnos que quienes infringieron la ley, lo hicieron contra preceptos escritos y consagrados en códigos explícitos, sancionados y promulgados y supuestamente conocidos por todos los miembros de la comunidad. No queremos pensar que existen también códigos no explícitos, tanto o más importantes que los anteriores, los cuales violamos continuamente, muchas veces por omisión, pero en innumerables oportunidades con la intención tácita de obtener algún provecho mezquino, o simplemente causar un daño a personas que no son de nuestro agrado, o que consideramos obstáculos en la carrera hacia nuestros propósitos privados, nacidos del egoísmo y la codicia (motores del sistema capitalista, según Adam Smith). Sin embargo, quienes sufren en sus celdas, pagando con dolor y aislamiento su daño contra la sociedad, podrían incluso sentirse menos culpables al pensar en aquellos que, sin siquiera recibir la condena social, privan a su prójimo de bienes tan preciados e imprescindibles como la honra, el trabajo, la salud e incluso la vida con sus acciones o descuidos. El prestigio, la buena fama de un individuo, es un bien tan necesario como frágil, pudiendo sucumbir mediante la maledicencia y la calumnia, disimulada en celo moral o probidad administrativa, provocando un verdadero asesinato social. Recuerdo que hace poco tiempo una importante autoridad de nuestra zona, sucumbió a las acechanzas de sus rivales políticos, contrayendo una grave enfermedad que lo llevó finalmente a la tumba. Hay crímenes cuya importancia no está en la ejecución material del mismo, sino en el elemento fermentado en el ámbito de la conciencia, aspecto el cual difícilmente lo puede determinar la justicia. Igualmente es difícil comprender cómo puede mantenerse dichoso consigo mismo aquel sujeto que, investido temporalmente de autoridad, pervierte las relaciones con sus subordinados, sometiéndolos a un ambiente de trabajo a tal extremo estresante o desolador, que arruina no solo su vida funcionaria, sino además su relación familiar y la satisfacción consigo y con quienes le rodean. Cuanto más cuando aquel superior se solaza maquinando junto a quienes ha convertido en sus favoritos, celadas y ultrajes en contra de quienes tienen el infortunio de suscitar su antipatía.
Para qué hablar de aquel ciudadano al que la sociedad ha encargado la salud y el bienestar de sus integrantes. No es menos criminal descuidar el buen trato a un enfermo, que por su labilidad está expuesto a los efectos inmediatos de una acción inadecuada de quien debe protegerlo. ¿Cuántos casos hemos conocido de personas que hubieran seguido viviendo de no ser por un exabrupto de sus custodios?
Para quienes no hemos pisado los tétricos pasillos de una cárcel, la responsabilidad es mayor y la línea divisoria, moralmente hablando, muy tenue.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Enseñanza de la Historia, Ciudadanía y Reforma Educacional Declaración del Area de Ciencias Sociales del Saint George’s College

En relación a las propuestas de reforma del sistema educacional, realizadas por el Ministro de Educación, señor Joaquín Lavín Infante, el Área de Historia y ciencias Sociales del Saint George´s College, manifiesta lo siguiente:

1. Rechazamos la concepción de Ser Humano que esta propuesta contempla, pues observamos en ella, una visión economicista que solo tiene que ver con un promover un modelo de sociedad movido fundamentalmente por el afán de lucro y el éxito individual.

2. Nos preocupa que, como base de sustentación de estas medidas se recurra a realidades ajenas, distantes de la situación socioeconómica y cultural de nuestro país. Las diferencias sociales de nuestro país, que ostenta el triste record de ocupar los primeros lugares de desigualdad, no entrega validez a esas comparaciones. Es más, se necesita tener en cuenta, que aquellos países con buenos resultados no solo han elevado notablemente su gasto en educación sino que han construido sistemas educativos a partir de la integración social y la equidad.

3. Creemos que la educación de un pueblo, por su trascendencia, debe ser fruto de la discusión de la sociedad en su conjunto ya que excede los límites de lo meramente técnico, en este caso, sus principales protagonistas han sido excluidos de esta discusión, asignándoles un rol de observadores pasivos ejecutores de la racionalidad dominante. Nos preocupa particularmente que los profesores estén siendo reducidos al rol de simples ejecutantes de los diseños realizados en las oficinas ministeriales.

4. Creemos necesario reivindicar la educación pública. Parece urgente recordar que esta ha sido desde sus orígenes en el siglo XIX un elemento central para conformar la identidad nacional y que especialmente en el siglo XX sustento principios y valores como la diversidad, la tolerancia y la inclusión que fueron la base de nuestra convivencia democrática, pero además contribuyó a la movilidad social, permitiendo el acceso a la universidad gratuita de una parte importante de los que hoy constituyen la clase dirigente. En este contexto, tenemos la convicción de la creación de los llamados “colegios de excelencia” mantienen y profundizan el desigual acceso a una educación de calidad.

5. Como profesores de historia, geografía y ciencias sociales, rechazamos enérgicamente la reducción horaria que afecta a nuestro sector. Consideramos que la enseñanza de nuestra disciplina es central para la perpetuación de la memoria de los pueblos y en la formación de un sujeto capaz de comprender el país y el mundo en el que le toca vivir, actuar con responsabilidad en él criticarlo y transformarlo.

6. Manifestamos que la educación en su conjunto tiene un papel central en la formación ciudadana de los individuos. Pensamos que las medidas propuestas por el actual gobierno debilitan esa función, no solo por la forma en que estas se están gestando sino que además empobrecen el currículo, limitando las experiencias de aprendizaje de los y las jóvenes chilenos.

Área de Ciencias Sociales

domingo, 5 de diciembre de 2010

Cuídate la cola, profesor...

Hay inquietud ante los cambios anunciados por la autoridad educacional. Innovaciones que hacen referencia a planes curriculares y aspectos de gestión, como por ejemplo el mayor poder que se otorga a los directores. Esto último está acelerando el pulso de muchos honrados docentes, a los cuales no le basta con confiar en su trabajo ordenado y efectivo, sino además contar con la simpatía de parte del jefe, entre los cuales existen muchos descriteriados (palabra que no está en el diccionario, pero que define a aquellos que se extravían o se equivocan al elegir los criterios pertinentes para tomar las decisiones más adecuadas; en este caso, para perjuicio de los estudiantes, tal como lo reconocía una autoridad del ramo, conversando hace un tiempo con nosotros). Ahora bien, si la fortuna, o los controles, permiten contar con un conductor del proceso educativo, (ahora, de acuerdo a la reforma propuesta, serán varios) inteligente, educado, culto, instruido, sano, sabio, equilibrado y con cualidades de ejecutivo, aquellos profesionales de calidad, como los que esperan las autoridades, podrán trabajar en un ambiente propicio o por lo menos más claro en cuando a los objetivos y condiciones laborales e institucionales. Es increíble cómo hubiese sido diferente la educación hasta ahora, con líderes de ese tipo. Pero, por otra parte, en el gremio no resalta precisamente la lealtad profesional o laboral, aspecto alarmante si se toma en cuenta que somos los encargados de transmitir valores, por lo tanto, aquellos individuos múltiples, versátiles, que provocan admiración en sus alumnos y adhesión entre sus colegas más honestos, tienen muchas posibilidades de ser vilipendiados y finalmente desplazados del circuito, para desdicha de la educación y felicidad de los que se sienten inexplicablemente amagados en sus ambiciones laborales.

Me voy de Chile

por Cristián Warnken


Me voy de Chile. Me amparo en el inalienable derecho que me da ese hermoso verso de nuestro Himno Nacional: "El asilo contra la opresión".

Me voy del Chile donde la palabra empeñada no vale nada, a pesar de que mi viejo y muchos viejos de la ingenua y antigua república nos enseñaron a sostenerla contra viento y marea, incluso en las peores tempestades.

Me voy del Chile donde la lógica de la pasión por el poder está por sobre el amor al bien común. Me voy del Chile donde la expresión "hacer las cosas bien" alguna vez significó algo, pero ahora es sólo una muletilla para sacar del camino a los que de verdad hacen las cosas bien.

Me voy del Chile donde su gente, la gente anónima, los hinchas, los militantes de base, los que sostienen con su lealtad y pasión las grandes empresas y los grandes actos y épicas, son sólo un adorno, un dígito, para focus groups o encuestas o elecciones (cuando votan), pero que no valen nada cuando se toman las grandes decisiones.

Me voy del Chile que no soporta la grandeza, el talento, la genialidad, el vuelo propio, todo lo que se eleva sobre la línea media de reverberación del pantano local; el Chile del resentimiento, el que mató arteramente a Portales, el que jodió a Andrés Bello, el que se farreó a Mayne-Nicholls y a Bielsa.


Me voy del Chile de las cúpulas, las alianzas sagradas y abstractas, el lobby , las relaciones públicas, la imagen, la comunicología, las "cosas nostras", el Chile donde campea el "parecer" sobre el "ser".

¿Pero adónde y cómo me voy de este país que amo, donde nací y quiero morir?

¿Qué hacemos los chilenos, los chilenos náufragos de derecha, centro o izquierda, creyentes o agnósticos, liberales o conservadores, los trabajadores o empresarios, los estatistas o libremercadistas; los hinchas de la Católica, la Chile o el Colo Colo, el Audax o Santiago Wanderers, que, transversalmente, por encima de diferencias ideológicas o creencias o camisetas sienten que el hacer las cosas bien significa también hacer el bien y de buena manera, sacrificando los intereses individuales o corporativos por un objetivo superior y más noble que cualquier defensa de mezquinos intereses y pequeñas parcelas?

No hay adónde irse ni asilarse. Pero sí hay que irse del Chile maquiavélico y cada vez más cínico, hay que hacer que ese Chile muera adentro de cada uno de nosotros, para que así pueda nacer o renacer otro Chile mejor que éste que estamos viendo con estupor, decepción y tristeza.

Un Chile noble, un Chile con modelos a seguir y no con máscaras, un Chile que sale a la cancha a ganar el único partido que no podemos darnos el lujo de perder por autogoles olímpicos: el partido en que se juegan juntos la calidad, la decencia y la nobleza.

Por eso me voy de Chile y me quedo en Chile. Me quedo donde duele. Me quedo en la galucha, en la pichanga de barrio, en los clubes chicos, en la radio a pilas en que una voz muy potente nos invita a no arriar la bandera ante el enemigo por esta infame derrota. Me autoexilio en la segunda división, en la tercera, en la cuarta, en las profundidades todavía puras de las canchas ninguneadas.

Me voy con Bielsa, me voy con Mayne-Nicholls, me voy con ellos para que el Chile de verdad vuelva.













No escuchar la voz de la gente tiene un alto costo que siempre se paga.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Esa caja negra ¿Qué es lo que debe cambiar en la sala de clases? SegundaParte

Juan Gajardo Quintana

La semana anterior, iniciamos una consideración relativa a la inquietud ante los cambios anunciados por la autoridad educacional. La dirección de lo expuesto por nosotros apuntaba a discutir lo concerniente a lo que ocurre en el aula.
Pues bien, para determinar qué es lo que debe cambiar dentro de la sala de clases, hay que definir qué es lo que se busca. La respuesta es clara y precisa: lo que se persigue es aprendizaje. Tampoco se trata de, como quisieran los últimos aristócratas del tema: magísteres y doctores, realizar costosas investigaciones que duran años, para salvarle la vida a los niños que hoy necesitan acciones concretas.
Respecto del aprendizaje existen diversas teorías acerca de su esencia y de cómo se logra. Pero coinciden en indicar que el elemento que lo define es un cambio de conducta (a nivel intelectual, actitudinal y motriz) y que se consigue mediante un procedimiento, vale decir, mediante un sistema, un proceso, una secuencia de pasos con un orden establecido. De esto se desprende que la experiencia del alumno en la sala de clases no es una sumatoria de actividades, cuál más desorbitada que la otra, ni tampoco la incorporación indiscriminada de tecnología. Se ha criticado al docente de ser reacio a meter las TICs (Tecnologías de Informática y Computación), mientras que de los noventa se nos viene predicando que son tremendamente necesarias para mejorar los aprendizajes. De ahí que cada establecimiento se ufana al realizar su oferta de contar con un “Laboratorio de Computación”. Veamos qué dice un experto: "La típica sala de clases con computadores (en filas) no sirve para nada, porque los alumnos no se hablan, no se miran.(…) los alumnos tienen un computador uno no ve qué hacen con ellos…” (Pierre Dillenbourg educador belga y Phd en Ciencias de la Computación de la Universidad de Lancaster). Por otra parte, meter la tecnología a la sala, si no se tiene claro el concepto de desarrollo de la clase, en lugar de ayudar, se transforma en un elemento distorsionador y generador de desconcentración por parte del alumno y estrés para el profesor. El autor agrega que "uno de los problemas actuales es poner demasiado énfasis en la tecnología, siendo que la meta es que los alumnos alcancen los aprendizajes", además , "no existe tecnología eficaz en el aprendizaje si no está el profesor detrás. Los alumnos que simplemente permanecen sentados frente a la pantalla de un computador no aprenden nada, seguro se distraen. El profesor es quien debe preguntar y buscar que los estudiantes argumenten, reflexionen y justifiquen lo que aprendieron". Lo que está detrás de esta argumentación, a pesar de ser meridianamente clara, es que cualquier clase por muy computarizada que esté, debe obedecer a los mismos criterios de la menospreciada clase expositiva o “tradicional”, so peligro de convertirse en un fiasco tecnológico, uno más, de los experimentos realizados hasta ahora. Recuérdese no más la tentativa de los colegios que reemplazaron el cuaderno por el notebook y que arrojaron los peores resultados comparativos. A esto hay que agregar que armarle a los alumnos un parque de entretenciones en el liceo, como se aprecia en muchos establecimientos, constituye definitivamente, una aberración, como que ese mismo afán de algunas comunas pequeñas, de querer “iluminar” con Internet su área, tanto rural como urbana, sin poseer un plan de desarrollo en lo educativo, carece totalmente de sentido. La tecnología, como el Ministerio ya sabe, es una herramienta más con que cuenta el docente, pero que por sí sola no desarrolla habilidades superiores, que son precisamente las condiciones que la han hecho existir, partiendo del álgebra computacional, los análisis de sistema, la creación de la digitalización, lenguajes de programación y todos los conocimientos técnicos relacionados a ella.
El teórico citado declara algo muy interesante: "No hay razón por la cual cambiar la docencia si funciona bien. Yo le preguntaría al profesor qué es lo que no está funcionando bien, como por ejemplo, en una prueba, en qué pregunta siempre fallan los alumnos, ¿Con qué nuevo método enfrentar el capítulo de esa materia? Preguntar dónde hay una decepción con el propio desempeño docente". Lo que el educador requiere exhibir es plasticidad en su tarea para adoptar las prácticas más apropiadas ante el problema emergente, y esto no necesariamente pasa por la utilización de implementos tecnológicos que, por lo demás, para los alumnos en su mayoría no resulta ninguna novedad, toda vez que en sus casas sus padres los han agasajado cada vez que pueden para “que no les falte nada de lo que a mí me faltó”. La plasticidad, precisamente, se adquiere gracias a la experiencia, palabra no adecuadamente valorada en la actualidad. Picasso dijo una vez que tardamos toda una vida llegar a ser jóvenes. Toda la razón, cuando recordábamos cómo éramos recién egresados y también observando a nuestros jóvenes colegas recién incorporados o cursando uno de aquellos famoso post grados tan urgentemente apetecidos hoy en día. El arsenal que traemos en estas ocasiones nos pesa, nos hace tastabillar y no sabemos usarlo con la habilidad necesaria. Alguien dijo que a un novato se le reconocía por querer utilizar todas las armas al mismo tiempo. La sabiduría para utilizar la mesura y la oportunidad viene con el tiempo. ¿Queremos buenos profesores? No lo hagamos como con la fruta de exportación, que se cosecha verde y se hace madurar a la fuerza o se le maquilla para que lo parezca. Finalmente, es necesario reafirmar la idea que el aprendizaje no es una entretención, si no, para qué existe el recreo. La adquisición de habilidades superiores, no adiestramiento para contestar mediciones estándar, es un desafío exigente, meticuloso y ordenado. Eso lo tienen clarito los colegios de vanguardia. Cuesta entender por qué, en los establecimientos más desfavorecidos, se tiende a pensar que al alumno hay que traerle la calle y la televisión a la sala de clases.

Esa caja negra ¿Qué es lo que debe cambiar en la sala de clases?

Juan Gajardo Quintana
Primera Parte
Los profesores, en general, están inquietos, puesto que sienten que es su desempeño el que ha sido señalado como el nudo gordiano en el problema educativo nacional. Un nudo que se hace imperioso romper como sea, para mejorar los estándares de nuestros alumnos. Desde la formación inicial, las condiciones de salida y la gestión en la sala de clases, son objeto de acervas críticas por parte de las esferas de decisión, las que han resuelto el toro por las astas y han anunciado una reforma educacional nunca vista desde los tiempos de Eduardo Frei Montalva. Alarma general, manifestaciones agitadas y carreras locas. Movilizaciones. Mientras tanto, se anuncian medidas de distinto género: en lo administrativo, profesional y laboral. El pánico parece indicar que la población olvidó que la actual administración había anunciado, en su campaña electoral, medidas fuertes en este ámbito y que, por lo demás, según lo reconocen e indican teóricos de prosapia, no viene sino a profundizar y concretar un proceso ya iniciado por los anteriores gobiernos, habida cuenta de la necesidad perentoria de hacer algo, so pena de ver naufragar el futuro esplendor que se nos viene profetizando desde Eusebio Lillo en adelante. Pusimos oídos y ojos a lo que afecta en mayor medida los nervios de los docentes y parece ser que ello dice relación con la extinción del Estatuto Docente y su reemplazo por una Carrera Docente. Las ganas de salir a protestar se manifestaron este pasado martes, sobre todo en aquellos profesores que son parte de las plantas titulares en el sistema. Los otros, los que conforman los contingentes llamados “a contrata”, no ocultaban sus tiritones de pera al momento de expresarse. No perteneciendo a ninguno de los dos conglomerados, nosotros, “con la tranquilidad del que nada espera”, nos dimos a la tarea de reflexionar con cierta calma este convulsionado asunto. A pesar de la multiplicidad de aspectos que posee el tema educativo, nuestra atención se centró en aquellas afirmaciones referidas a lo que ocurre dentro de la sala de clases. Es decir, los aspectos pedagógicos y, específicamente, didácticos, el cómo enseña el profesor, su estilo de gestión dentro del aula. El ministro del ramo, reafirmó para Tolerancia Cero, la necesidad de cambiar (dimensión tiempo) y modificar(dimensión modelo implementado) lo que acontece entre las paredes de la sala. Realizó un parangón entre los avances que han ocurrido, por ejemplo, en un pabellón quirúrgico en el transcurso de un siglo con lo acontecido en el universo dominado por el profesor. Y ciertamente nuestro pequeño dominio sale muy desfavorecido. Encontrándole razón al ministro, nos preguntamos: ¿Qué es lo que debe cambiar? ¿Qué elementos pedagógicos y didácticos deben ser modificados? Últimamente, la controversia sobre la educación ha convocado a muchos “expertos” que, reunidos en comisiones, instalados en confortables oficinas, generosamente gratificados por las instituciones que los patrocinan, se han desgañitado vociferando a diestra y siniestra sobre los que se debe o no debe hacer. Es tanta la prédica perorada que fácilmente se puede encontrar en estos discursos groseras contradicciones entre lo que dicen unos y otros. Aún más, la diferencia de proposiciones suele apreciarse en la boca del mismo teórico, dependiendo si está formando parte de la comisión o si más tarde ha abandonado dicha instancia, impulsado por decisiones propias o ajenas. Si no nos creen, lean por favor, las últimas entrevistas publicadas en el Mostrador, ya hace tiempo, por quien fue cabeza de la primera comisión creada por la presidenta Bachelet, después del Pingüinazo. Estos "educólogos", definidos como una “marea acosadora de expertos amnésicos que se han apoderado últimamente de la educación” por el historiador Alfredo Jocelyn-Holt (La Tercera 27/11/2010), nos han convencido que los profesores, en general, constituimos un ejército de desharrapados intelectualmente y que solo jubilándonos sistemática y progresivamente, y reemplazándonos por tecnócratas a nivel doméstico, se salvará la juventud de la nación. Si ellos tuviesen razón, por qué entonces, por misteriosas razones, campean en el sistema elementos reconocidamente dañinos y, por otra parte, por qué también, por misteriosas razones, elementos destacados desde que ingresaron hasta que salieron de la Universidad, y que además han dado muestras de calidad profesional, permanecen fuera de él.

domingo, 21 de noviembre de 2010

La urgente necesidad de podar el árbol

Juan Gajardo Quintana
Consultar a la ciudadanía -la masa manipulada por los medios de comunicación- acerca de temas relevantes, pero especializados, constituye un buen ejercicio para tomar acertadas decisiones políticas de carácter coyuntural, pero no significa una guía acertada y propicia para implementar buenas soluciones que a la postre se traduzcan en beneficio y desarrollo para la sociedad. Esto es porque las tendencias representan las percepciones de “la gente” en un momento determinado y, obviamente, apreciaciones impresionistas, cuyas bases se nutren en los temores, gustos y desinformación del opinante y en ningún caso, en su conocimiento y dominio del tema. En otras palabras, son preferencias nacidas de las vísceras y no del cerebro y la reflexión. Sin embargo, llega a ser monstruoso el pánico en que caen los personajes e instituciones que se nutren del “rating” para su supervivencia. Cuando un país cae en la encuestocracia, está condenado a andar dando tumbos por los siglos de los siglos. Pero la tentación, y la necesidad, es tan grande, que para asumir medidas de grande o poca envergadura, el oído y la atención están prontos a inclinarse al sentir de la muchedumbre, expresado mediante consultas justificadas por la disciplina que todo lo explica y justifica: la estadística. Pero, existe proporción ninguna, entre preguntas tales como-en el tema de la educación, por ejemplo- “¿Se siente acogido por el director?”, con esta otra: “¿Cuál es la solución para elevar la calidad del servicio educativo?”. Evidentemente, hay un abismo en las competencias requeridas para responder esas dos consultas. No obstante, existe también la tendencia de valorar los resultados en ambos tipos de dominios, como si fuera la palabra inspirada, puesto que interpretan “lo que quiere la gente”. Para el individuo lúcido no escapa que todo se reduce a un, digamos, ingenioso juego de oportunidades, en que las cartas deben ser jugadas de la forma y en el momento apropiados.
Luego de este proemio, refirámonos al tema que nos sugiere el título. Quien sabe de frutales, viñas o bosques, entiende que una de las principales tareas para conseguir plantas vigorosas y productivas, es la poda. Es decir, privar al ejemplar de aquellas ramas y brotes que a nada conducen y que solo constituyen un desperdicio de energía, un consumo inútil e improductivo. No se conoce hasta el momento agricultor o jardinero que llore o se lamente por sentir que está mutilando a sus plantas regalonas, sino al contrario, experimenta, creemos, un extraño placer al vislumbrar los beneficios que redundará su prolija acción. Porque no se trata de hacerlo a tontas y a locas, sino con criterio y meticulosidad. Las instituciones también tienen ramas, como los vegetales. Por lo tanto, no hablamos alegóricamente, más bien hacemos un paralelo entre ambos fenómenos. A través de dicho ramaje circula también la savia que da vida al sistema y genera el dinamismo necesario para producir los bienes y servicios que justifican su existencia. Y contra toda lógica, siendo estas estructuras ideadas para trabajar con eficiencia, no dejan de sufrir también la aparición de quistes, tumores y órganos monstruosos que debilitan el organismo y lo condenan a la molicie e improductividad. Este fenómeno, usualmente asociado a las instituciones del estado, también está presente en las empresas de iniciativa particular, que se llenan de agentes que, cual colesterol de baja densidad, obstruyen el normal flujo de los nutrientes y reducen los niveles de eficiencia y productividad. Pero si es preocupante en el ámbito de lo privado, en lo público tiene un carácter grave, por el hecho que los recursos pertenecen a todos los habitantes del país y también porque afectan el desarrollo de la sociedad completa. Es ahí cuando resulta absolutamente perentoria la aparición de un Superpodador, que con su tijera justiciera cercene todos aquellos pámpanos que en la vid de la organización pública no estén dando fruto. Este personaje, evidentemente, debe poseer una valentía y una visión a toda prueba. Que no escuche a los villanos archienemigos del bien público: poderes fácticos, intereses corporativos, componendas políticas, encuestas de opinión ciudadana. Exhibiendo una envidiable bizarría, deberá desafiar la opinión de la masa y sustentarse en la fuerza de sus principios y convicciones. Con su ojo clínico y su vista de rayos x, deberá percibir las distintas capas del organismo en las cuales se hace necesaria su intervención e implacablemente operar sin más escrúpulos que no sean los que lo guíen hacia un futuro más prometedor y más decente, ético y afianzado en la verdad. Y así procederá a podar, retirar paulatina pero decisivamente, legislaciones inútiles y coartadoras, estructuras absurdas, cargos innecesarios, funcionarios ineficientes o instalados en los sitios que no les corresponde, en virtud de sus características, capacidades y preparación. Y quizás, si aún le duran las fuerzas, desenmascarar aquellas organizaciones que viven del engaño y la necesidad, como por ejemplo, psudoinstituciones de capacitación, que ni siquiera poseen rol, o sede o incluso planes de estudio. Pero todo esto deberá hacerlo a contrapelo de lo que digan las encuestas, y la malentendida y abusada libertad de empresa. Las insignes y emblemáticas iniciativas que están surgiendo a nuestro alrededor solo lograrán fructificar en la medida que la planta se muestre saneada y asistida por una competente, continua y prolija acción depuradora.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Animales en la televisión

Juan Gajardo Quintana

Se ha puesto de moda últimamente determinado tipo de programas en los canales “culturales”, que muestra cómo determinados sujetos se enfrentan a la implacable naturaleza con el desafío imperioso de sobrevivir. De paso, dichos espacios pretenden enseñarnos “sabias” lecciones respecto a qué hacer o no hacer para tener mayores probabilidades de éxito en esa lucha. Lo valioso de tales propuestas es mostrarnos que con la naturaleza no se juega ni valen los descuidos y permisividades.
Los protagonistas son aparentemente gente suficientemente preparada y con los adiestramientos mentales y físicos necesarios para resolver las situaciones emergentes que deberán asumir. Mucho se aprende observando las aventuras de estos héroes, hombres y mujeres, que sufren a veces lo indecible para salirse con la suya. Puesto que para lograr el último fin, que es conservar la vida a toda costa, deberán superar temperaturas extremas, escasez de víveres, lugares escabrosos y calamidades surtidas.

Hasta ahí todo es admirable, hasta que nos damos cuenta que todo, al fin y al cabo, es un show. Hay detrás de cada uno de estos episodios un despliegue de producción que solo entidades poderosas en el ambiente televisivo pueden procurarse. Los protagonistas, en realidad, en muy escasas situaciones experimentan realmente cierto peligro a su salud. Por otra parte, los seguros contratados obligan a que los interesados jamás se arriesguen más allá de lo necesario. Por otra parte, aquellos pertenecen a la pléyade de estrellas, al “star system”, de la industria de la televisión de este género. El asunto tiene que ser así y nadie lo discute. Lo importante es que nosotros, como siempre al enfrentarnos a la ficción, mantengamos las debidas distancias y proporciones.

Lo que en lo personal consideramos inconveniente y hasta censurable, es la manera como los creadores de estos productos aprecian la naturaleza y los seres que la habitan: un escenario de marquetería donde sus héroes hacen y deshacen con tal de lucirse, especialmente si la locación corresponde parajes de países del tercer mundo, como la jungla centro o suramericana, donde tienen chipe libre para, por ejemplo, asesinar animales silvestres y alimentarse de ellos. Quizás alimentarse, porque lo que se aprecia es el sacrificio muchas veces chocante del animal y la sugerencia de que están siendo consumidos. Simulacro o no, el mensaje es totalmente opuesto al que se entrega en otros reportajes realizados por verdaderos científicos de renombre, en los cuales se propicia el respeto por los hábitats y especies silvestres y el llamado a no invadir territorios que aún se mantienen como la esperanza de vida del planeta.
Muchos de aquellos programas, como por ejemplo el del malogrado explorador australiano Seteve Irwin, son simplemente un espectáculo de circo, en los cuales los animales son invadidos en su existencia con el morboso afán de despertar la curiosidad de los espectadores, apelando al maltrato, la manipulación y la alteración de su rutina vital. Quién sabe qué modificaciones de comportamiento han experimentado los distintos animales que han sido intervenidos por estos naturalistas. Incluso en los animales domésticos se pueden apreciar distorsiones conductuales cuando el ser humano se ha inmiscuído en el normal desenvolvimiento de la vida de las especies, a menudo a un nivel que causa alarma. Nunca sabremos qué pasó con la tortuga, la serpiente o el cocodrilo que fue violentado en su cubil con el fin de satisfacer los afanes del espectáculo. Para qué hablar de aquellos que han sido trasplantados o cuyo hábitat fue transfigurado apelando a criterios contrarios a los requerimientos naturales. Aceptamos en todo caso, el mal necesario que consiste en controlar las poblaciones mediante señales y chips, que permiten estudiar el estilo de vida y desplazamiento de las mismas, puesto que ayudan a aprender acerca de ellas y eventualmente tomar medidas a su favor, pero esto está muy lejos de la industria del espectáculo que evalúa todo en cantidades de dólares de ingreso.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Síntesis de carta que critica propuesta de senador que propiciaría el exterminio de animales

Señor senador:

A nuestro juicio, lo que se necesita es la tramitación del proyecto de ley que realmente regule la tenencia de animales peligrosos, el proyecto que va a votar no resuelve la temática, no cuenta con respaldo técnico, y cuenta con el rechazo ciudadano.

Al respecto, existe normativa, incluso en el código penal para sancionar la irresponsabilidad de los amos de animales que atacan que no se está aplicando, obliguen a los funcionarios y fiscalías a hacer su trabajo. En el caso actual, se habían hecho con anterioridad las denuncias correspondientes pero las policías y fiscalía no hicieron su trabajo.- el proyecto que van a votar no se enfoca en la tenencia de animales que atacan, el proyecto sobre perros potencialmente peligrosos, boletín 2696-12, orientado a establecer obligaciones y resguardos adicionales a los dueños de perros agresivos, pese a terminar toda su tramitación en la cámara de diputados se encuentra congelado en el senado. Y no se le ha dado urgencia

El proyecto que van a votar no se justifica, puesto que la tenencia de animales en general es materia de los reglamentos que se deben dictar a la brevedad en virtud de la ya aprobada ley de protección animal. Además de ello el proyecto que van a votar legaliza en chile la recolección y eliminación de animales abandonados en nuestro país, reviviendo las antiguas perreras que cuentan con el repudio de toda la ciudadanía.
El problema de los ataques de animales peligrosos se puede y se debe regular vía reglamento en virtud de las normas de tenencia responsable de la ley de protección animal, sancionada el año pasado, que aún no se promulga y en los cuales se debería incluir esta materia.

La ley que pretende discutir nada tiene que ver con ataques de perros, sino que legaliza el sacrificio de animales abandonados, que no son los que atacan.

Por ello se requiere que los funcionarios y autoridades hagan su trabajo evitando que estos casos vuelvan a ocurrir.

Por ello, junto al senador Horvath, las organizaciones pro animal, solicitaremos al ejecutivo que regule la tenencia de animales potencialmente peligrosos vía reglamento para una solución rápida y definitiva.

Lo ocurrido en estos días requiere soluciones serias. Se ha estado solicitando urgencia para un proyecto de ley que no tiene nada que ver con animales peligrosos, que no se enfoca en la responsabilidad de los dueños y solo busca legalizar el sacrificio de animales abandonados en chile
Lo sucedido hoy, no debe repetirse, por lo mismo basta de inoperancias y de falacias, exigimos que se resuelva de manera adecuada y se castigue de una vez por todas la irresponsabilidad de los dueños de animales potencialmente peligrosos. Éstos son animales con dueños, que deben asumir responsabilidad. ¿Quién adquiere un arma, deriva la responsabilidad en el gobierno y en la comunidad?
Saluda atentamente a Ud.,
Un ciudadano,

lunes, 8 de noviembre de 2010

Espacio para los mejores

Juan Gajardo Quintana

Parece ser que el tiempo no está para iluminados. Es decir, se debe cumplir con la Ley de Murphy, una de cuyas derivadas dice que en una organización suele haber siempre alguien que sabe para dónde va la micro; pues bien, a ese hay que despedirlo cuanto antes. Y es lo que parece que aconteció con dos líderes de talla mundial (guardando las proporciones, eso sí). Me refiero a Barack Obama y a Harold Mayne Nicholls. Ambos han terminado cansando a la masa, debido a sus agobiantes demostraciones de estar seguros de lo que hacen y a su prescindencia de consultar a la gallá respecto a las decisiones y caminos que tomar. La claridad de ideas y la resolución les ha pasado la cuenta. Algunos dirán que quienes despreciaron los postulados de ambos líderes, no representan a la mayoría del pueblo, la que debió expresarse por otros canales, la de los medios de comunicación, prestos a salir a la calle a escuchar “la voz de los que no tienen voz”. Es probable que así sea. De hecho, en un reciente informe de Flacso, se advierte la gran confianza que la población de América Latina siente por los canales de Tv, que son percibidos como los medios a través de los cuales las inquietudes ciudadanas pueden lograr ser escuchadas por los gobiernos. Entonces, la necesidad de que estos medios se mantengan independientes del gobierno de turno, se hace evidente. Volviendo al tema del “liderazgo de los mejores”, cualquiera de buenas a primera tiende a ver con aprobación tal postulado, pero solo en primera instancia, porque quien sea que haya estado al frente de una institución, sea de la clase que fuere, conoce las dificultades que emergen rápidamente cuando las decisiones, por más recomendables que sean, se topan con intereses o “sensibilidades” de individuos o grupos. De ahí que cualquier líder que quiera sobrevivir, no necesariamente realizar una tarea provechosa, deberá ser pródigo en genuflexiones (ahora se les denomina “gestos”, “señales” o “guiños”) a la platea. Ya lo demostró en su oportunidad, el admirado (por los chilenitos) Bill Clinton, que, asustado ante la caída de su popularidad y temiendo ver sacrificar su reelección, se dedicó a atender temas no al nivel de su investidura, pero de alta repercusión social, como los uniformes escolares o los programas de la televisión infantil. Pero lo cierto es que los sujetos que parecen saberlo todo, o que en realidad son competentes, se vuelven insoportables para una mayoría que ve disminuidos sus créditos de manera proporcional a como suben los del aludido. Es más simpático apreciar la debilidad del prójimo, para la cual tenemos siempre disponible la dosis necesaria (y no excesiva) de disculpa o de indulgencia. O lisa y llanamente, la masa prefiere la incompetencia, si no, la estupidez. De otra manera no se comprendería el éxito que tienen los “realities” o el número de prosélitos que gozan diversos profetas de estrafalario comportamiento y cero doctrina. Es impresionante la disponibilidad existente de seguidores para estos esperpénticos personajes, que le permiten pagar espacios en radio y televisión, además de costear costosísimas estancias para su ejercicio “espiritual”. La “fe” es algo muy misterioso, pero la inteligencia también y suele generar suspicacias. Sin embargo, mientras que la primera da para todo, en el otro caso predomina la intolerancia. En el primer caso la manga es ancha y no se discrimina, pero para el que por desgracia es lúcido, esta cualidad se vuelve contra sí mismo y termina convirtiéndose en un pájaro raro, aislado y solo recurrido en situaciones de extrema urgencia. Lo extraño es que todo esto ocurre en el siglo del máximo esplendor tecnológico. Aunque extraño hasta por ahí no más, puesto que esta explosión del conocimiento técnico tiende a funcionar como un velo que esconde la realidad humana, compleja y hasta cierto punto, cada vez más desconocida. Los gurúes que en cada esquina nos llaman para darnos las lecciones necesarias en pro de la solución de todas y cada una de nuestras taras, ya han solucionado con su oferta el problema mayor que les interesa: su propia salvación en el aquí y el ahora. Nunca, pero renunca serán capaces (ni tienen la intención de hacerlo, tampoco) de enseñarnos más independencia personal, inteligencia para resolver nuestros problemas en forma autónoma y menos saber qué hacer con nuestra vida. Alguien dijo una vez que las personas que tienden a acudir (pagando jugosas cuotas de inscripción) a charlas para resolver sus problemas más íntimos, es porque en realidad tienen un problema mayor que aquel por el cual asisten a esas sesiones. En suma, Mayne Nicols, declaró que no volverá a estar disponible para participar en el fútbol, puesto que, digo yo, comprendió que no se puede ser líder o ejecutivo, sin un lavado de cerebro previo a la masa, y en relación a Obama, es un misterio si cumplirá su palabra, cuando dijo: “Prefiero ser un buen presidente de un período a ser un mediocre de dos períodos”.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El genocidio de los selk'nam (u onas)

(Extracto artículo Wikipedia)
El genocidio de los selk'nam (u onas) de Tierra del Fuego tuvo lugar entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX.

Los selk’nam tuvieron un trágico final. Tras cientos —quizás miles— de años de vida seminómada, hacia fines del siglo XIX la isla concitó el interés de las grandes compañías ganaderas. La introducción de las estancias ovejeras creó fuertes conflictos entre los nativos y los colonos europeos, Argentinos, Chilenos y loberos chilotes, que adquirió ribetes de guerra de exterminio. Las grandes compañías ovejeras llegaron a pagar una libra esterlina por cada selk'nam muerto, lo que era confirmado presentando manos u orejas. Las tribus del norte fueron las primeras afectadas, iniciándose una oleada migratoria al extremo sur de la isla para escapar a las masacres. En busca de alternativas a la matanza, en 1890 el Gobierno chileno cedió la isla Dawson, en el estrecho de Magallanes, a sacerdotes salesianos que establecieron allí una misión, dotada de amplios recursos económicos. Los selk'nam que sobrevivieron al genocidio fueron virtualmente deportados a la isla, la que en un plazo de 20 años cerró dejando un cementerio poblado de cruces. Ni un solo selk'nam sobrevivió a la pérdida de la libertad.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Bulimia Antiecológica II: Nuestra complicidad

Para tener una real preocupación por nuestro entorno ecológico (que no es solamente la naturaleza, sino que todo ambiente en que habitemos, incluyendo la ciudad, el barrio y la casa) es necesario adquirir la capacidad para entender las implicancias y conexiones que existen entre nuestras conductas de vida y los cambios a nuestro alrededor. Y, digámoslo, en una sociedad donde la mayoría no sabe leer, esta es una habilidad difícil de conseguir. Junto con el desarrollo psíquicol, se requiere madurez intelectual y social. Díganme ustedes si estas capacidades son tomadas en cuenta por nuestro sistema educacional. Está más presentes en las preocupaciones de nuestros guías y expertos la necesidad de solucionar rápidamente ecuaciones y de adquirir competencias “productivas” que la de un desarrollo integral. De ahí que iniciativas como la defensa del Río Achibueno, por ejemplo, tienen un impacto real de tono menor en la sociedad. Porque está todo resuelto de antemano. Importa más la creación de necesidades y la búsqueda de la satisfacción que se traduce en inversiones y ganancias para las empresas de vanguardia. Mientras los “beneficiarios” observan, no impasibles, sino expectantes, a ver cuánto puede chorrear hasta sus manos. Esto es armónico con el escaso compromiso político que impera en nuestros tiempos y los votos cruzados que se manifiestan en los comicios: “Importa más la persona que el signo partidista”, ese es el slogan. Lo que traducido es: “Veamos cuánto podemos conseguir de éste, después de haberle sacado lo que pudimos al anterior”. Las oscilaciones del electorado, cual péndulo de reloj antiguo, así lo estarían demostrando. Y en el plano de las decisiones empresariales, tampoco importa quién, cuándo y cómo, pues qué influencia podemos tener nosotros, los pequeños y eternamente marginados. Lo único que podemos (y deseamos) es ver qué migajas podemos recoger del festín de los poderosos. Entonces, no se sorprenda, amigo, si en la manifestación del miércoles, solo marchaban 60 personas, la mayoría jóvenes sin responsabilidades familiares. Para una población que le es indiferente que en las céntricas cuadras de calle Maipú prácticamente no queden árboles, pero sí aceras repletas de muebles, carteras e improvisadas cortinas de plástico que reemplazan el verde follaje, le es lejana la preocupación por un paisaje que solo cobra importancia una vez al año en la estación veraniega. Por más que las más altas autoridades de la comuna se la hayan jugado por salvarlo. Lamentablemente, parece que el sentir de los ciudadanos es que le resuelvan los problemas que se asoman en las puertas de su casa, pero no más allá. Pensar en una distancia mayor, implica un esfuerzo mental que no está dispuesto a realizar. La misma distancia que lo separa del tacho de basura que se instala para que la señora o el pequeño no arroje los envoltorios a la berma. Demasiado lejos, a todas luces. Los grandes inversionistas se hacen asesorar por expertos del más alto nivel. Y estos gurúes saben que el ciudadano de a pie tiene una inquietud muy cercana a cero respecto de los temas planetarios y de supervivencia del mismo. Ensuciar el entorno, destruir especies animales o vegetales, contaminar el ambiente con ruidos, adefesios visuales, desechos, etc., es parte de su conducta atávica. ¿Que existen especies endémicas en el sector del Cajón del Achibueno? ¿Y quiénes son, para empezar, los que más han intervenido en la desaparición de esas especies?
Por otra parte, ¿Dónde están los padres y educadores para influir en la conducta de los futuros ciudadanos? Cómodamente han renunciado a su responsabilidad. Por el contrario, los países desarrollados castigan duramente a quienes desarrollan esas conductas. Las desgracias que acontecen periódicamente en relación con la naturaleza, perpetradas en forma directa por empresarios para quienes el escrúpulo es un concepto anodino, tiene su correlato y complicidad en los ciudadanos que con su habitual comportamiento depredatorio apoyan concretamente esa actitud indolente. Partamos, entonces, por formar ciudadanos con una real conciencia ecológica. Parece que los Objetivos Transversales (asumir responsabilidades, lograr una integración y aporte a la sociedad, tener una capacidad de juicio y de reflexión, conservar lo propio, lo cultural en un mundo cada día más globalizado, adquirir un compromiso con la ciudadanía y la democracia, cultivar la interioridad en un mundo cada día más consumista y de estímulos externos) solo fue un concepto copiado de programas de estudios extranjeros, de países donde existe una real disposición hacia ellos. En las sesudas planificaciones de nuestros maestros locales, esas que se sacan un 7.0, aparecen maravillosamente anotados en el casillero respectivo, y después nunca más salen a la vista, quizás por lo complicado que es operacionalizarlos o bien porque importan más los índices de competencia alcanzados en las famosas mediciones estándar.
Lo que queda claro es que nunca podremos asumir tareas de orden superior, como lo es el desafío de cuidar la naturaleza y nuestro hábitat inmediato, si no existe en la mayoría de las personas un desarrollo personal acorde con nuestra naturaleza de seres racionales y trascendentes.

domingo, 24 de octubre de 2010

Las musas deambulan huachas

En los tiempos en que vivimos, a muchos les parece absurdo preocuparse de las sofisticaciones del arte y la especulación filosófica. El foco de atención se centra más bien en las necesidades inmediatas de las grandes masas sumadas a la sociedad de consumo como asimismo de la dirección que toma la voluntad de esos conglomerados cuando sus necesidades no se ven satisfechas. En otras palabras, el eje económico y político es el gran motor de las grandes ansiedades y esperanzas del hombre actual. Comemos, actuamos y dormimos en la placidez o en la pesadilla de las vicisitudes que suponen el pan que habremos de comer, en los trapos que nos han de cubrir y en el poder que decidirá por nosotros la marcha de la sociedad. Esto, hablando en los términos del ciudadano de a pie. Porque al subir la pirámide social, siendo las preocupaciones las mismas, la perspectiva obviamente cambia. En las altas esferas no es el pan el que quita el sueño, porque es un asunto ya resuelto por las generaciones anteriores. Acá se trata de decidir cómo mantener las hectáreas de poder asignado en tiempos pretéritos y la manera de consolidarlo o en lo posible aumentarlo por medio de dos elementos principalmente: la red de relaciones sociales y la capacidad económica, ambos aspectos que desembocan y se resumen en una palabra: poder. Cualquier ciudadano que haya superado el cuarto de siglo sobre esta tierra sabe que ha desembarcado en un mundo ya fue repartido y que se le presenta bastante ancho y ajeno, pese a las promesas que el sistema económico actual le desliza frente a sus narices. No obstante, tenemos, en general, la sensación, posiblemente equivocada, que aún podemos asistir a la repartija y para ello, además de un poco de suerte, nos puede ayudar un educación adecuada, los contactos acertados y un poco de audacia y desenfado hacia los temas humanos, que generalmente constituyen un estorbo para nuestras pretensiones de éxito a toda costa.
Por estas razones, es decir, cuando toda la energía vital se encuentra concentrada en buscar la manera de obtener los beneficios de la sociedad de consumo, me resulta complicado determinar el papel que le cabe al intelecto y sus máximas manifestaciones en este escenario.
Por ejemplo, ¿qué hace la literatura en el programa educacional de Lenguaje? Artes Plásticas derivó, por lo menos en el planteamiento, en Artes Visuales, un especie de artes aplicadas a la publicidad, al diseño y, en el peor de los casos, a la artesanía. Pero la literatura sigue paseándose con paso de gran dama entre alumnos que la ignoran y que, peor, no la comprenden y docentes que se limitan a plantear sus más áridas teorizaciones sumadas a lecturas obligatorias que los estudiantes reemplazan con resúmenes bajados de Internet. Actualmente, a esta diva de la creación humana se le ha asignado el papel de adiestradora de lectoescritura y de desagradable gendarme en pruebas de admisión a las más disímiles instituciones. Me pregunto, ¿Un profesional o un hombre de armas será más competente o efectivo si manifiesta conocimiento en relación a las metáforas, hipérboles y sinestesias? En todo caso, para quienes enseñamos estos contenidos, (mi padre, nacido un 24 de agosto, siendo un hombre muy natural y franco, gozaba con la palabra poética y, posiblemente sea la razón por la que su hijo siguió este camino), estas materias que la gente supone nos generan elevados goces estéticos, constituyen un baluarte y un estrado que nos posibilita subsistir y justificar nuestra existencia. Esa misma razón nos sumerge a menudo en la zozobra y el abismo de poder entender el papel que juega en la formación de nuestros jóvenes dirigidos. Digamos algo: las competencias que se espera que los alumnos desarrollen en el subsector de Lenguaje, comprensión de lectura, vocabulario, habilidades de redacción, etc., tienden a embrollarse cuando el alumno se enfrenta a los vericuetos de unos textos que no se escribieron precisamente para que el sujeto practique con ellos como si fueran mancuernas u otros aparatos de refuerzo muscular. La literatura, la que la sociedad culta considera superior, juega con el lector, intenta seducirlo, sorprenderlo, desconcertarlo e incluso extraviarlo por los pasadizos muchas veces intrincados de los mundos ficticios que ella crea. Eso es todo lo contrario de lo que busca la instrucción actual, que aspira a un sujeto simple, rectilíneo y eficiente, apto para responder a estímulos inmediatos y perfectamente clasificables.
Parece más correcto pensar que la presencia del arte literario en los planes de estudios, responde a una nostalgia por aquel hombre universal del Renacimiento o el sujeto que aspiraba lo absoluto, propio del Romanticismo. Lo otro que puede ser, es que comprendamos, algunos, que el ser humano no puede vivir sin poesía, es decir sin fantasía y que seguimos dispuestos a encontrar Jauja detrás de toda la crudeza del mundo real y de sus exigencias perentorias, lo cual nos obliga a replantearnos el trabajo docente que gira en torno a esta manifestación del espíritu humano. Dejemos de confundir el goce literario, la ampliación de los horizontes de la comprensión de la vida, el planteamiento de perspectivas inéditas en torno a la existencia, con las necesidades de la sociedad productiva, que se satisface con la apropiación cabal de un manual de instrucciones o de una receta de cocina, ámbitos de realización que, por lo demás, también pueden ser bendecidos con un poco de poesía. Soy partidario, entonces, de dejar de soslayar la actuación del mundo estético, específicamente, de la literatura, en la formación de los ciudadanos y dirigir, por ejemplo, todos esos recursos que van a caer en manos de mercaderes del arte, hacia el trabajo educativo en los subsectores afines con el fin de generar verdaderas vanguardias artísticas en los colegios y escuelas de Chile. Pero invoco el espíritu original que motivó a todos nuestros docentes a estudiar Artes, Música o Literatura, para que se impregnen de nuevo de ese impulso y lo contagien a su alrededor, a los científicos que languidecen entre teoremas y cálculos infinitesimales y a los técnicos que ven como su quehacer se debate en una rutina que los va minando por dentro. Profesores de arte y literatura: tenéis una misión, reencontrar la sirena olvidada.

lunes, 18 de octubre de 2010

Bulimia antiecológica

Chile es el segundo país de América Latina con peor huella ecológica. Se entiende por tal el nivel de consumo de recursos naturales por habitantes medido en hectáreas. El nuestro es de 3,3 hectáreas por habitantes al año. A pesar de que países como EE.UU. tienen una huella ecológica de 6,9, de todos modos es igualmente preocupante por las implicaciones futuras a mediano plazo. ¿Significa este concepto que todos los habitantes de Chile o del país que sea, están gastando, disfrutando, según la lógica consumista, o se están beneficiando de este desgaste de la naturaleza? Es obvio que no. A nivel mundial las hordas de hambrientos llenan naciones completas y a nivel de países la distribución de los ingresos y niveles de bienestar son absolutamente inequitativas. No obstante, los privilegiados que consumen la torta, se engullen nada menos que 1 planeta tierra y medio para satisfacer sus crecientes demandas. ¿Por qué este afán indefinido por alcanzar mayores niveles de satisfacción? Existe una compulsión por acrecentar día a día los lujos y comodidades, sin una razón de fondo. La dama se aburre rápidamente de repetir los diez escasos pares de botas de la última colección de temporada y decide reemplazarlas por lo que la publicidad le indica como imprescindible. El caballero requiere perentoriamente, como profesional de vanguardia, adquirir el modelo de automóvil del año, aprovechando las tentadoras ofertas del mercado. Mientras tanto, los niveles de polución ascienden a las nubes y la autoridad pública se desgasta en campañas y programas contra la contaminación. Hemos llegado inexorablemente a una sociedad que ha hecho del consumo su razón de vida. Desde la más tierna infancia, se le inyecta al individuo la necesidad de estar permanentemente adquiriendo bienes, incluyendo los que no precisa. Porque la industria del consumo está tan bien diseñada que uno no se da cuenta que lo que está comprando no es lo que necesita, sino lo que le dicen que necesita. Se afirma que actualmente podemos vivir de acuerdo a los más altos estándares que prevalecían en los años 50, con la mitad del esfuerzo. Sin embargo, la tónica hoy en día es trabajar el doble o el triple para conseguir más del doble o el triple de lo que necesitamos realmente. Tal situación algunos lo interpretan como el justo premio a su esfuerzo y capacidad, otros como la bendición del Señor. Ni lo uno ni lo otro. Porque todo esto conlleva un sacrificio que en circunstancias ideales nadie estaría dispuesto a pagar: cansancio, estrés, desarticulación familiar, depresión, ansiedad y finalmente la sensación que hay que trabajar más y más aún. Y cuál es el mensaje en el sistema educativo: estudia, estudia y estudia: en el colegio, en el “preu”, en tu casa, los domingos y festivos. ¿Y la respuesta de los jóvenes? Unos se entregan en cuerpo y alma a esta carrera febril hacia el éxito, otros reaccionan y buscan el camino más fácil para llegar al mismo objetivo, o sucumben en este ardor por enrielarse en la lógica consumista. Es difícil, obviamente, sustraerse a este despeñadero existencial, puesto que la alternativa posible exige reescribir nuestro discurso de vida, reprogramarnos mediante el uso y aplicación de códigos diferentes a los establecidos, los que finalmente diseñarán una perspectiva nueva . El entorno que debiera surgir, según esta nueva interpretación, estará formado por nociones muy diferentes a las que predominan en el ámbito de la sociedad de consumo, de carácter moral, espiritual y cultural. Actualmente, uno puede adquirir lo que sea, mediante el ejercicio de la transacción, desde un par de guantes a una filosofía o una religión. Pero la recomposición de nuestros propósitos y prioridades vitales, no se compran en la farmacia.

martes, 12 de octubre de 2010

Un joven poeta


Cada cierto tiempo surge un joven con una sensibilidad que le permite distinguir lo que son los desahogos personales con la verdadera manifestación poética. Gracias a esta capacidad distintiva, la expresión pasa de ser subjetiva y evoluciona a valores estéticos que reflejan el drama del hombre y su existencia. En las letras, por lo general, al igual que en la música, los dotes se manifiestan tempranamente y así, no es extraño apreciar obras juveniles que son de calidad superior, como en el caso de Neruda y el antonomásico ejemplo de Rimbaud, el prototipo del artista adolescente.
Linares, enclavada en una zona sindicada como productora de poetas de calidad, nos brinda la posibilidad de asistir a la eclosión de versos surgidos de un poeta en ciernes, al cual es recomendable prestar atención, estimular y difundir, en virtud de sus notorios y lúcidos atisbos, ahora que se están revelando. Lo contrario sería, como suele verificarse en esta querida villa, rendir homenajes postreros, cuando ya el agasajado se ha cansado de recibir honores en otras latitudes.
El poeta joven al cual hacemos alusión es Nicolás Mellado Rodríguez, de 17 años, actual alumno de cuarto año medio del Liceo Valentín Letelier. Su constancia por las letras data de sus más cortos años y, con el fiel apoyo de su madre y de sus amigos más cercanos, ha mantenido encendida la llama inspiradora, de modo que podemos ya degustar variadas sugestiones propias de un universo creativo, que se expande con un decidido afán de despegue.
Hay en la poesía de Mellado la inexorable interrogante de todo poeta frente al sentido de la existencia, la sorpresa del descubrimiento y el significado de la relación del yo con el mundo inmediato. He aquí algunos versos, donde ya aparecen algunas expresiones audaces:
¿Por qué la vida no tiene un manual de instrucciones?
Más de lo malo, montones de lo injusto son la introducción a este canto.
Pero yo saltaría a los edificios de arena bendita
Convertido en algo perfecto
Y por los ascensores pasarían gatos y serpientes púrpuras. (“Sonrisas eternas”)

Por otra parte, la pluma de Nicolás juega en el diálogo con otras formas artísticas con sugerencias cromáticas, lumínicas, como también musicales y sinestésicas, con las cuales logra contrastes expresivos importantes:

Hambrienta la sombra
escucha una canción jazz,
Un golpe
en su puerta,
en su amor
de intocable necesidad abatida,
Un encuentro
de amantes en la tarde,
brota como la mueca hecha recuerdo.(Canción Jazz)


Desde el punto de vista temático, fiel a las figuras contrastantes en lo estilístico, el poeta fija su mirada en las contradicciones de la vida, en la falsedad de las apariencias y en el deseo de que algo acontezca, o sea provocado, que desnude las sombras engañosas de la realidad. Las motivaciones del hablante reflejan la extrañeza y el perpetuo asombro, al sorprender la supuesta verdad escondida en los aparatos engañosos que lo rodean o bien crudamente manifestada en los seres más puros o abyectos:
Viene un fugaz vuelo a chocar contra los hombres
Vuela sus techos, amantes y deseos
Como disentíos fantasmas de grandes poetas
Suben por la falda de colegialas
Con piernas de murallas
Y por las corbatas de los profesores
Con caras de perros moribundos. (Tormenta de las 12)

Nicolás Mellado tiene bastante más producción, pero lo expuesto acá sirve para tener una idea de su aptitud evidente. Hay una reciente composición titulada “Octubre”, de la cual seleccionamos los siguientes versos:
Ya nadie quiere mirar el sol y perder los ojos
Ni menos lanzar llamas con los brazos.
Sugiero a los profesores de Lenguaje que presten atención a este novel poeta y lo incluyan en
sus discusiones literarias y capaz que en algunos lustros se alegren de ello.

Finalizamos con un fragmento aún sin título:

La luna tiene el corazón roto,
Una boca blanca deja salir polvo abierto entre cuatro dientes
La luna tiene el cabello entre sus piernas,
Una flor seca brotando al revés crece en su vientre
La luna tiene el peso del cielo en sus hombros.
Ha caminado conmigo enferma hasta el día de su muerte

domingo, 3 de octubre de 2010

¿Seré yo, Maestro?

Profes en plena campaña electoral. Se verifica un entusiasmo que habíamos olvidado en parte. Visitas a los colegios para que todos estén en antecedente respecto a las alternativas existentes. No ha habido ningún candidato que haya ofrecido un asado para el Día del Profesor, aspecto que se echa de menos, siendo este un gremio particularmente inclinado a la proteína animal, más que a los hidratos de carbono que aportan las tortas o brazos de reina. Aunque hay excepciones, como hemos podido constatar más de una vez.
Las masas están agitadas, pero no tanto, es decir, no es tan evidente. Pareciera que la procesión es más bien subterránea, puesto que la prudencia aconseja mostrar moderación. No están los tiempos para exhibir fervor revolucionario, a menos que este nazca de los estudiantes, jóvenes a los cuales se les perdona todo, habiendo una cámara o un reportero cerca (o un celular), pero que en la cotidianeidad, por lo general, su voz no vale nada. El hecho concreto es que los candidatos, que son la voz de los que quieren hacerse escuchar pero no pueden, en sus discursos y panfletos de papel couché, los menos, y fotocopiados, los más, manifiestan preocupación, incertidumbre y desconfianza respecto del futuro inmediato que se cierne sobre el gremio. En una palabra, se percibe temor. El sentimiento tradicional de los docentes a través de la historia patria, fue siempre la inconformidad. En relación a su sueldo, a su rol social, a la forma como se desarrolla el proceso educativo, a sus niveles de participación en la toma de decisiones respecto al fenómeno mismo, etc., sin embargo, ahora todo eso es percibido como un lujo que queda suspendido ante la realidad que, según los folletos de campaña, se avecina. La urgencia actual no es defender la dignidad de estos profesionales, a los cuales la sociedad, en teoría, ha investido de los más solemnes laureles y en cuya mano está el porvenir de las próximas generaciones. Por otra parte, tal ejercicio, la defensa de la dignidad, solo ha tenido sentido en el contexto de la educación pública, puesto que el profesor que ha elegido realizarse en el ámbito privado, ha decidido olvidarse del significado de tal palabreja, con tal de asegurar el estatus envidiable de docente de colegio top, aunque esto le signifique tener que cosechar choclos en verano, caminar de rodillas entre la sala de profesores y la capilla o estar permanentemente saliendo en reversa de la oficina del sostenedor. El caso es que este ejercicio democrático de elegir a los representantes del sector “más vapuleado de Chile”, como estos profesionales aman autodesignarse, ha puesto en evidencia la zozobra que significa enfrentarse mano a mano con las leyes del mercado. Porque, según el análisis de prácticamente la totalidad de los postulantes a los cuales hemos tenido la dispensa de escuchar o leer, privilegios (‘leyes privadas’) como el Estatuto Docente, y todas las regalías que conlleva, están en vía de desaparecer, exponiendo al sufrido profesor a una suerte de naufragio laboral contra el cual viene luchando desde tiempos inmemoriales. En consecuencia, la misión de de estos candidatos (del latín candidus: ‘blanco”, ‘radiante’, ‘limpio’), en caso de ser favorecidos por la confianza del electorado, es trabajar, ya no por la adquisición de nuevas conquistas, sino por la preservación de las actuales o, gatopardianamente, su reemplazo por otras equivalentes. Es fama que elementos como el cuerpo legal citado, han sido causantes del deterioro de la calidad docente. Se ha señalado que el paraguas del célebre estatuto ha protegido a los maestros del necesario acicate para mejorar cada día su gestión pedagógica y, por lo tanto, es imprescindible desahuciarlo si se quiere arribar a un nivel superior de servicio educativo. Y qué mejor que la competencia y el mercado para lograr este loable propósito. Bueno, bonito y barato. Tal es el ideal de todo empresario, y de todo consumidor. Es lo que se vislumbra para el futuro cercano. Un profesor con experiencia, puede ser bueno, pero ni bonito ni barato. Más aún, un docente plagado de perfeccionamientos, es como un leproso purulento para un empresario de la educación. La conclusión es obvia: optemos por lo bonito y barato, a pesar que no sea bueno. Lo demás es merchandising : becas para estudiar pedagogías, dignificación de la labor docente, erección de colegios de excelencia, etc.. Se percibe la desconfianza, se palpa y se corta en el aire. ¿Somos un gremio conflictivo? La respuesta, al menos para mí, es afirmativa. Pero el conflicto principal es interno, por no decir íntimo. Partiendo del sentimiento de estar posado sobre un pedestal de madera y de la ironía con que nos miramos y nos observa la sociedad. El sentimiento de ser intelectuales a medio camino y la desesperación de legar a nuestros hijos un porvenir que no sea el nuestro. El alma del profesor no la conoce nadie, ni siquiera él mismo.