martes, 21 de diciembre de 2010

Sacándole la vuelta a la montaña

Juan Gajardo Quintana
"Lo esencial no es escalar rápido, sino durante mucho tiempo." Georges Livanos
Uno de los principales reparos de los estudiantes frente a la PSU verbal, fue el exceso de ítemes de Comprensión de Lectura, su, para ellos, excesiva extensión y lo complejo de su estructura. Para nosotros, con todo el respeto que se merecen nuestros estudiantes, esgrimir esos comentarios, equivale a escuchar a un andinista quejándose de lo escarpado de una montaña. Dicho deportista, para enfrentar el desafío, se ha preparado con dedicación, no esperando que la empresa sea fácil, puesto que las condiciones por lo general en la realidad son más difíciles que lo presupuestado. Si él, blandamente, considerara las destrezas mínimas y el equipamiento elemental, puede ser sorprendido por las condiciones no siempre previsibles de la montaña y verse en serios aprietos e incluso ante riesgos insuperables.
En reiteradas ocasiones, cuando a nuestros alumnos los exponíamos a ensayos, ya sea para la prueba SIMCE o PSU, menudeaban las protestas contra lo pródigo de esos instrumentos en lo relativo a comprensión de textos. Inútilmente a veces los docentes intentábamos concientizarlos que si así estaban planteados esos sondeos, era porque las evaluaciones oficiales precisamente exigían en alto grado la habilidad mencionada.
Ahora bien, de aquí se desprenden a lo menos dos consideraciones: la primera dice relación con la importancia que actualmente se concede a las habilidades de análisis y síntesis, implícitas en la capacidad de comprensión de lectura. No se puede concebir a un profesional competente que tenga problemas para entender y comprender un texto escrito. Además, junto a ello debe ser capaz de interpretar la información y formarse juicios acerca de ella para luego exponer sus propios puntos de vistas y ofrecer alternativas ante la temática en cuestión. Es decir, las habilidades de comprensión de lectura suponen una cadena de operaciones a nivel superior de la cual no siempre nuestro estudiante -y nuestros educadores- están conscientes. En consecuencia, es completamente aceptable que estas destrezas y habilidades posean un espacio destacado en todas las evaluaciones que se realizan. En segundo término, es sumamente relevante señalar que la práctica de estos “ensayos” y talleres para prepararse a encarar estas mediciones estandarizadas, no constituyen las medidas más acertadas para que el alumno las enfrente con éxito. Más bien son un signo del fracaso de la educación sistemática. Por una parte, si el estudiante no ha hecho de la lectura una práctica habitual y le ha concedido en su conciencia la importancia que se merece, continuará jugando en los pretests a escoger las respuestas al azar, como se ha observado hasta a ahora. La otra observación es consustancial a la anterior. La actividad educativa se ha convertido de repente a una especie de entrenamiento para sortear vallas, en circunstancia que en la sustancia del concepto de educación se encuentra la idea de un crecimiento personal partiendo de las dimensiones más íntimas del ser humano. Muchos preguntarán, ¿Y eso da de comer? Respondemos: No solo da de comer, sino que además provee de un techo y abrigo frente a las vicisitudes de la vida. Las capacidades superiores se van desarrollando paulatinamente mediante un juego interactivo entre el organismo y su entorno. Genética y experiencia. Es un proceso más o menos lento, que incluye momentos de gran expansividad, propios de etapas tempranas, sucedidos de aprendizajes más específicos. Es un error someter al estudiante a talleres intensivos para insuflar a la fuerza destrezas y habilidades que requieren paciencia y dedicación. Por lo mismo es que el diseño del currículo educativo, consistente en un entramado lógico y psicológico, para proveer al alumno de las experiencias y condiciones necesarias para su aprendizaje, demanda una visión estratégica y un análisis concienzudo para estructurar un esquema armónico, coherente y que satisfaga las necesidades de los futuros ciudadanos. Si pensamos que hoy nuestros jóvenes, aun habiendo ingresado a la educación superior, continúan dando tumbos en busca de su destino, o bien requieren con antelación múltiples talleres y encuestas de orientación, cursar preuniversitarios dentro y fuera de su establecimiento educacional, para finalmente tener una idea aproximada de lo que son y desean, debemos concluir que más de alguna distorsión existe entre lo que realiza la escuela y las expectativas que la sociedad tiene de los alumnos. En palabras más simples, si el alumno requiere instancias externas al currículo para prepararse, significa que existe un divorcio entre lo que exigen los instrumentos de medición y lo que está entregando el sistema educativo. Entre las habilidades superiores consagradas como deseables por la sociedad y las destrezas operativas que está desarrollando a nivel escolar.

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