viernes, 31 de diciembre de 2010

Palizas mediáticas

Juan Gajardo Quintana
“La violencia es el último refugio del incompetente” Isaac Asimov
Un sujeto, al ser interpelado por otro, sin decir agua va y antes que este pueda agregar argumento alguno a su interpelación, se abalanza sobre su interlocutor y lo hace experimentar una tempestad de combos y patadas cual nunca se imaginó en su vida de exitoso empresario. ¿Vendría su victimario saliendo de una fracasada actuación ante un público reticente y agresivo? ¿Habrá quedado con la secuela de haber interpretado al violento e iracundo Otelo, el moro celoso? Quién sabe qué fue lo que ocurrió. Capaz que se las haya querido dar de héroe de película frente a las robustas damiselas que atendían el servicentro, toda vez que acusó, luego, ante las cámaras, que el magullado hombre de empresa habría estado haciéndose el plomo con el personal del negocio. Cabe hacer notar que los machos de la especie, tienden a subir los bonos ante sí mismos mediante esta intrincada operación de hacer crecer su imagen ante la presencia de las féminas y se agradece, cuando no se teme, la aparición de un rival que pueda opacar su estampa en lo que considera su territorio virtual.
Esto que causó estupor entre la civilizada ciudadanía de nuestra tierra, es más común de lo que queremos reconocer. En política basta que un adversario se atreva a insinuar algún “desapego” hacia algún prohombre, para que este reaccione en una forma que envidiaría el propio Carlos Martel (después Carlomagno), cuando aporreaba sarracenos. En la vida laboral, cualquier comentario que un susceptible funcionario escuche acerca de su desempeño, es causal para que prepare su artillería y se disponga a vender caro su prestigio. Y qué decir del jefecito que teme ser eclipsado por un recién llegado y soportar las críticas a su sagrada gestión. La respuesta es inmediata y muy lejos de mesurada: sin aviso, pero con premeditación y alevosía, se lanza sobre el infortunado dándole con todo. Descalificaciones, sarcasmos (si tiene la agudeza para hacerlo), acusaciones, oficios secretos hacia las autoridades, de cuyo contenido el infeliz no se puede defender, en fin, acciones desquiciadas que forman parte del arsenal de aquel que ha hecho de sus instintos el elemento rector de su proceder.
Lamentablemente la violencia, en sus diversos aspectos, tiene muchos admiradores. Algunos la han convertido en el tema de sus propuestas artísticas, con el fin de apoderarse de un importante mercado. Cineastas y periodistas hacen su agosto con dichos contenidos. Pero la violencia más soterrada, funcionaria y administrativa, como arma para mantener controlada la conciencia y accionar de las personas, constituye en gran medida el elemento gestor por excelencia de individuos que llegan a posiciones de cierto liderazgo, no en base a sus capacidades y talentos. Por el contrario, generalmente son sujetos con limitaciones evidentes, lo cual hace más monstruosa la reacción de la masa a su cargo: servilismo, sumisión, resignación y entrega sin condiciones. Las personas con dignidad, visión y libertad de pensamiento, allí están perdidas. Entonces, que el Altísimo nos ayude cuando aparezcan nuevas atribuciones para nuestros directores de colegio, que pueden aumentar los despropósitos que apreciamos diariamente en los centros educacionales. Recuerdo que debí pasar dos días en un afectado liceo de Linares, reemplazando a una profesora amiga. No me contactó ningún docente directivo, simplemente porque ninguno se encontraba en el establecimiento. Tanto el horario como las instrucciones del cargo me las tuvo que dar un inspector de pasillo. ¡Y después se dieron el lujo de objetar mi augusta presencia en ese magno centro de enseñanza, cuando ni siquiera me divisaron! ¿Y si me han dado con el mocho del hacha? También, muy señor mío. Siendo vuestro servidor diplomático y cuidadoso siempre en sus planteamientos, de su boca jamás emana un término disarmónico, haciendo honor a su condición de académico de la lengua. Pero las palabras con su infinita riqueza, de nada sirven ante la acerva mirada de un troglodita, tal como quedó demostrado, gracias a las imágenes de Facebook y Youtube.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Alumnos improntados

Juan Gajardo Quintana
Y tuve muchos maestros de que aprender... Sui Generis “Aprendizaje”
Es impresionante la influencia que los profesores ejercen en el comportamiento de sus dirigidos. Nótese que no dijimos “en la forma de ser”, puesto que la parte íntima del educando, por lo general esreservada para sí mismo y para quienes elige vía afectiva. Pero siendo fiel con la premisa que las relaciones humanas son transacciones en las que se entrega algo a cambio de una retribución, se concluye que las formas de actuar de los alumnos, son la respuesta a la manera como el educador les plantea la realidad, a nivel de aula y de la vida escolar. Así, un profesor permisivo no le dirá al alumno que la vida es un eterno recreo, pero sí le permitirá creer que la sala de clases y el colegio es un parque de diversiones. Por su parte, un docente ordenado y estricto, aunque sufrirá los efectos de esa permisividad y se verá en serios aprietos cuando pretenda obligar a sus pupilos a comportarse con circunspección, promoverá en ellos las adaptaciones necesarias ante un esquema diferente. Pero es en el ámbito de los valores, siendo el ser humano un ente moral, donde es más peligrosa esta influencia. Un docente acostumbrado a jugar a ser popular, está dispuesto a claudicar ante las expectativas de sus alumnos. Si sumamos la inseguridad personal que mucho docente carga consigo, nos encontramos con un individuo potencialmente nocivo, pues a toda costa buscará la autoafirmación mediante recursos destructivos, como la indulgencia, la laxitud frente a las exigencias, la banalidad expresada en compartir seudovalores consagrados por los medios masivos y un discurso autorreferente, cuyo resultado es distraer a los estudiantes de los contenidos realmente importantes. ¿Qué puede servirle al alumno escuchar largas peroratas sobre las preferencias consumistas del(a) profesor(a)? ¿O conocer al dedillo los éxitos de la parentela de la señorita tal y cual? Otros se autoerigen como adalides y defensores de los débiles, en desmedro de la ética que debe regir en su relación con los demás profesionales. Todo esto está muy cerca de lo que se denomina “chantaje emocional”. Las conductas de los docentes, disfrazadas de celo profesional o compromiso con los estudiantes y apoderados, y que se traduce en escuchar cuanto cahuín le traigan acerca de otros alumnos y apoderados, o de sus propios colegas, transforma el ambiente en un irrespirable hervidero de intrigas, desconfianzas e incluso traiciones. Pero para los patrocinadores de tales prácticas, esto constituye una vinculación cercana con sus alumnos, especialmente alumnas, puesto que ellas son más sensibles a la manipulación afectiva, sobre todo si proviene de un individuo del mismo sexo. De modo que es muy común encontrarse con grupos curso donde el ambiente de intriga se puede cortar con tijeras, por obra y gracia de consagrados educadores que gozan de un sólido estándar precisamente gracias a ese macizo trabajo político. Lo interesante, es que individualmente, los alumnos afectados por esa imposición de la realidad, al sondearlos más de cerca, manifiestan no precisamente satisfacción, sino la desazón por encontrarse obligados a ese proceder para no hacer peligrar su situación personal y sus resultados académicos.
¿De cuántas cosas deberíamos pedir perdón los profesores? Sería muy interesante que cada Día del Maestro, no solo se diera lectura al Decálogo del Profesor, sino también al “ Mea Culpa del Profesor”. Todos sabemos, cual más, cual menos, los errores de que somos culpables. Errare humanum est. El verdadero delito es creerse una eminencia que jamás se equivoca, y peor aún, saber que se está actuando indebidamente y perseverar en ello. La educación, y la religión, son dominios extraordinariamente delicados, puesto que ambos aspiran a la plenitud, en un proceso llevado a cabo por seres llenos de defectos y limitaciones, incluso a menudo se convierten en ámbito de refugio para individuos llenos de carencias y contraindicaciones, no filtrados como se debiera en la formación profesional inicial. Para rematar, la naturaleza humana tiende a negar ante sí misma sus vicios cuando se ve enfrentada a algo sublime o superior, según el principio de autodefensa ya estudiado por la psicología. Entonces está disponible el indefenso prójimo para cargar sobre él nuestras fallas, antes que los logros ajenos desnuden nuestras propias falencias. Cuídate de aquel que te odia por tus defectos, porque más te aborrecerá por tus aciertos. Se me ocurre de repente, siendo partidario acérrimo de la educación laica, que en cada establecimiento haya un confesionario, donde los sufridos y pródigos educadores puedan higienizar sus espíritus, reconciliándose con la vida, con sus colegas y consigo mismos. La interminable cadena de talleres que se realizaron desde los años 90, apuntaban en parte a eso, a “sincerar” la tarea del maestro, pero como en su mayor parte fueron implementados sin mayor criterio y en forma “espontánea”, tanto el programa mismo como sus efectos se diluyeron como el vapor, reapareciendo nuevamente las rémoras que se acumulan en el ejercicio docente, para desgracia de tan delicada tarea como de los jóvenes que se ven afectados por ella.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad ahora y siempre



Juan Gajardo Quintana
“El fin de años huele a compras, enhorabuenas y postales, con votos de renovación…” Silvio Rodríguez, Canción de Navidad
Si Ud. es una persona como cualquiera: ignorada, desorientada, contaminada, y quiere dejar de ser un o una triste desconocida, entonces súmese a las hordas de compradores desesperados que pululan nuestras avenidas en estas álgidas fechas de fin de año. En cuanto la vía pública se convierta en un mar que se desborda por los cuatro costados, aparecerán la prensa, la televisión, la radio y de manera espectacular cubrirán el magno evento, destacando la dimensión del fenómeno, en cuyo número estará Ud. incluído (a) y, si tiene suerte, pasará a la historia, respondiendo preguntas esclarecedoras como ¿Desde qué hora anda por aquí? O bien, ¿Aún le falta mucho por comprar? E incluso ¿Le afecta mucho el calor? Porque esta parte del fenómeno navideño, llena ahora dos tercios de los programas “noticiosos” (el otro tercio se divide en partes iguales entre el fútbol y los escándalos políticos e institucionales de nuestro querido jaguar latinoamericano).
Cómo celebran la Navidad los gringos solo lo sé por las películas, ya que mi modesta planta jamás ha pisado otro suelo que no sea este de mi dulce patria. Cuando el programa de pasantías docentes daba la oportunidad de pasearse durante un mes o más por territorios extranjeros, era mucho lo que había que hacer en la educación por estos lados, como para aprovechar esa irrepetible franquicia. Pero resulta encantador ver como nuestros colonizadores del norte, expresan sus saludos navideños, cantan villancicos, viven la aventura de buscar y adornar su árbol navideño y se impregnan de ese espíritu candoroso que, aunque un poco azucarado, acaricia deleitosamente el alma. Lo hace a uno retornar a esos momentos plácidos de la infancia, en que nuestra madre instalaba el árbol que llegaba hasta el techo, desenvolvía los adornos primorosamente guardados en cajas acolchadas y de mañanita nos servía un tazón de chocolate acompañado de sendos bizcochuelos. El pan de pascua es un producto que irrumpió en el mercado formal e informal no hace demasiado tiempo.
Los modestos juguetes que recibíamos solo contribuían a hacer un poco más mágico el ambiente, que de por sí ya se encontraba impregnado de un dulce sentimiento de tranquila e íntima felicidad. Además en la escuela, nuestras profesoras normalistas, con ese espíritu que hoy se echa de menos, revestían las actividades de finalización de año con ese velo maravilloso dado por las fechas que se aproximaban. Una vez que las calificaciones estaban puestas y la situación final de los alumnos definida, no quedaban mirándose las caras, despachando a los estudiantes o dándoles chipe libre para sus travesuras de fin de temporada. No. Había una exposición que preparar, un bello acto que realizar, escenografías, convivencias, repartos de juguetes, tarjetas que confeccionar y… villancicos que enseñar. Aún recuerdo a mi hermana como nos solazaba todo el día con sus cánticos de belenes, niños, novenas, estrellas y magos. Letras de ingenuas canciones que perdurarán siempre en nuestra memoria. Sobre todo cuando en las fiestas infantiles ahora, mientras se agazaja a los peques con torta y helados, son los Charros de Lumaco y otros parecidos, los que inútilmente nos recordarán qué fiesta es la que celebramos. Quizás siempre ha sido así con las tradiciones que heredamos de otras culturas. Las asimilamos distorsionándolas o incapaces de comprenderlas, las convertimos en un engendro. Recuerdo con espanto las cumbias villeras de la prefiesta navideña que celebré con mis compañeros de trabajo la temporada anterior. En fin, es muy posible que ese mismo espíritu que respirábamos en nuestra infancia, envueltos en las cadencias de campanas y cascabeles, hoy sea el mismo, pero cabalgando no en renos, sino en el piafar de los recios corceles de Los Bandoleros del Sur.

martes, 21 de diciembre de 2010

Sacándole la vuelta a la montaña

Juan Gajardo Quintana
"Lo esencial no es escalar rápido, sino durante mucho tiempo." Georges Livanos
Uno de los principales reparos de los estudiantes frente a la PSU verbal, fue el exceso de ítemes de Comprensión de Lectura, su, para ellos, excesiva extensión y lo complejo de su estructura. Para nosotros, con todo el respeto que se merecen nuestros estudiantes, esgrimir esos comentarios, equivale a escuchar a un andinista quejándose de lo escarpado de una montaña. Dicho deportista, para enfrentar el desafío, se ha preparado con dedicación, no esperando que la empresa sea fácil, puesto que las condiciones por lo general en la realidad son más difíciles que lo presupuestado. Si él, blandamente, considerara las destrezas mínimas y el equipamiento elemental, puede ser sorprendido por las condiciones no siempre previsibles de la montaña y verse en serios aprietos e incluso ante riesgos insuperables.
En reiteradas ocasiones, cuando a nuestros alumnos los exponíamos a ensayos, ya sea para la prueba SIMCE o PSU, menudeaban las protestas contra lo pródigo de esos instrumentos en lo relativo a comprensión de textos. Inútilmente a veces los docentes intentábamos concientizarlos que si así estaban planteados esos sondeos, era porque las evaluaciones oficiales precisamente exigían en alto grado la habilidad mencionada.
Ahora bien, de aquí se desprenden a lo menos dos consideraciones: la primera dice relación con la importancia que actualmente se concede a las habilidades de análisis y síntesis, implícitas en la capacidad de comprensión de lectura. No se puede concebir a un profesional competente que tenga problemas para entender y comprender un texto escrito. Además, junto a ello debe ser capaz de interpretar la información y formarse juicios acerca de ella para luego exponer sus propios puntos de vistas y ofrecer alternativas ante la temática en cuestión. Es decir, las habilidades de comprensión de lectura suponen una cadena de operaciones a nivel superior de la cual no siempre nuestro estudiante -y nuestros educadores- están conscientes. En consecuencia, es completamente aceptable que estas destrezas y habilidades posean un espacio destacado en todas las evaluaciones que se realizan. En segundo término, es sumamente relevante señalar que la práctica de estos “ensayos” y talleres para prepararse a encarar estas mediciones estandarizadas, no constituyen las medidas más acertadas para que el alumno las enfrente con éxito. Más bien son un signo del fracaso de la educación sistemática. Por una parte, si el estudiante no ha hecho de la lectura una práctica habitual y le ha concedido en su conciencia la importancia que se merece, continuará jugando en los pretests a escoger las respuestas al azar, como se ha observado hasta a ahora. La otra observación es consustancial a la anterior. La actividad educativa se ha convertido de repente a una especie de entrenamiento para sortear vallas, en circunstancia que en la sustancia del concepto de educación se encuentra la idea de un crecimiento personal partiendo de las dimensiones más íntimas del ser humano. Muchos preguntarán, ¿Y eso da de comer? Respondemos: No solo da de comer, sino que además provee de un techo y abrigo frente a las vicisitudes de la vida. Las capacidades superiores se van desarrollando paulatinamente mediante un juego interactivo entre el organismo y su entorno. Genética y experiencia. Es un proceso más o menos lento, que incluye momentos de gran expansividad, propios de etapas tempranas, sucedidos de aprendizajes más específicos. Es un error someter al estudiante a talleres intensivos para insuflar a la fuerza destrezas y habilidades que requieren paciencia y dedicación. Por lo mismo es que el diseño del currículo educativo, consistente en un entramado lógico y psicológico, para proveer al alumno de las experiencias y condiciones necesarias para su aprendizaje, demanda una visión estratégica y un análisis concienzudo para estructurar un esquema armónico, coherente y que satisfaga las necesidades de los futuros ciudadanos. Si pensamos que hoy nuestros jóvenes, aun habiendo ingresado a la educación superior, continúan dando tumbos en busca de su destino, o bien requieren con antelación múltiples talleres y encuestas de orientación, cursar preuniversitarios dentro y fuera de su establecimiento educacional, para finalmente tener una idea aproximada de lo que son y desean, debemos concluir que más de alguna distorsión existe entre lo que realiza la escuela y las expectativas que la sociedad tiene de los alumnos. En palabras más simples, si el alumno requiere instancias externas al currículo para prepararse, significa que existe un divorcio entre lo que exigen los instrumentos de medición y lo que está entregando el sistema educativo. Entre las habilidades superiores consagradas como deseables por la sociedad y las destrezas operativas que está desarrollando a nivel escolar.

martes, 14 de diciembre de 2010

Nosotros, los decentes

Juan Omar Gajardo Quintana

¡Dale, nomás...!
¡Dale, qué va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo’a encontrar...!

Enrique Santos Discépolos “Cambalache”

Como frente a la mayoría de las catástrofes que no nos tocan, nuestra actitud ante el infierno vivido por los reclusos de la torre 5 de la cárcel de San Miguel, ha sido de escéptico estupor, pues lo consideramos un tipo de tragedia del cual estamos a salvo, y que nunca probablemente nos tocará. Acto seguido, enderezamos el lomo, nos acomodamos el nudo de la corbata (real o virtual) y nos sentimos moralmente satisfechos de no pertenecer a esa ralea que purga justamente sus crímenes y deudas con la sociedad. Incluso llegamos a pensar que más allá de la justicia humana puede estar operando una providencia superior que vela por las personas decentes, como nosotros, para que el mal disminuya o se debilite hasta hacerse invisible a nuestros ojos. Cual más, cual menos, concluimos, de los que están tras las rejas, son seres que no merecen el trato con los hombres y mujeres cuya hoja de vida está límpida e impoluta.
Este razonamiento nos provee de una calma espiritual que nos permite dormir con la conciencia apaciguada y dispuestos a dar rápidamente vuelta la página, esperar que las autoridades hagan su trabajo y los políticos disputen culpándose mutuamente de cada emergente desastre actual o por venir.
Como ciudadanos ejemplares, preferimos olvidarnos que quienes infringieron la ley, lo hicieron contra preceptos escritos y consagrados en códigos explícitos, sancionados y promulgados y supuestamente conocidos por todos los miembros de la comunidad. No queremos pensar que existen también códigos no explícitos, tanto o más importantes que los anteriores, los cuales violamos continuamente, muchas veces por omisión, pero en innumerables oportunidades con la intención tácita de obtener algún provecho mezquino, o simplemente causar un daño a personas que no son de nuestro agrado, o que consideramos obstáculos en la carrera hacia nuestros propósitos privados, nacidos del egoísmo y la codicia (motores del sistema capitalista, según Adam Smith). Sin embargo, quienes sufren en sus celdas, pagando con dolor y aislamiento su daño contra la sociedad, podrían incluso sentirse menos culpables al pensar en aquellos que, sin siquiera recibir la condena social, privan a su prójimo de bienes tan preciados e imprescindibles como la honra, el trabajo, la salud e incluso la vida con sus acciones o descuidos. El prestigio, la buena fama de un individuo, es un bien tan necesario como frágil, pudiendo sucumbir mediante la maledicencia y la calumnia, disimulada en celo moral o probidad administrativa, provocando un verdadero asesinato social. Recuerdo que hace poco tiempo una importante autoridad de nuestra zona, sucumbió a las acechanzas de sus rivales políticos, contrayendo una grave enfermedad que lo llevó finalmente a la tumba. Hay crímenes cuya importancia no está en la ejecución material del mismo, sino en el elemento fermentado en el ámbito de la conciencia, aspecto el cual difícilmente lo puede determinar la justicia. Igualmente es difícil comprender cómo puede mantenerse dichoso consigo mismo aquel sujeto que, investido temporalmente de autoridad, pervierte las relaciones con sus subordinados, sometiéndolos a un ambiente de trabajo a tal extremo estresante o desolador, que arruina no solo su vida funcionaria, sino además su relación familiar y la satisfacción consigo y con quienes le rodean. Cuanto más cuando aquel superior se solaza maquinando junto a quienes ha convertido en sus favoritos, celadas y ultrajes en contra de quienes tienen el infortunio de suscitar su antipatía.
Para qué hablar de aquel ciudadano al que la sociedad ha encargado la salud y el bienestar de sus integrantes. No es menos criminal descuidar el buen trato a un enfermo, que por su labilidad está expuesto a los efectos inmediatos de una acción inadecuada de quien debe protegerlo. ¿Cuántos casos hemos conocido de personas que hubieran seguido viviendo de no ser por un exabrupto de sus custodios?
Para quienes no hemos pisado los tétricos pasillos de una cárcel, la responsabilidad es mayor y la línea divisoria, moralmente hablando, muy tenue.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Enseñanza de la Historia, Ciudadanía y Reforma Educacional Declaración del Area de Ciencias Sociales del Saint George’s College

En relación a las propuestas de reforma del sistema educacional, realizadas por el Ministro de Educación, señor Joaquín Lavín Infante, el Área de Historia y ciencias Sociales del Saint George´s College, manifiesta lo siguiente:

1. Rechazamos la concepción de Ser Humano que esta propuesta contempla, pues observamos en ella, una visión economicista que solo tiene que ver con un promover un modelo de sociedad movido fundamentalmente por el afán de lucro y el éxito individual.

2. Nos preocupa que, como base de sustentación de estas medidas se recurra a realidades ajenas, distantes de la situación socioeconómica y cultural de nuestro país. Las diferencias sociales de nuestro país, que ostenta el triste record de ocupar los primeros lugares de desigualdad, no entrega validez a esas comparaciones. Es más, se necesita tener en cuenta, que aquellos países con buenos resultados no solo han elevado notablemente su gasto en educación sino que han construido sistemas educativos a partir de la integración social y la equidad.

3. Creemos que la educación de un pueblo, por su trascendencia, debe ser fruto de la discusión de la sociedad en su conjunto ya que excede los límites de lo meramente técnico, en este caso, sus principales protagonistas han sido excluidos de esta discusión, asignándoles un rol de observadores pasivos ejecutores de la racionalidad dominante. Nos preocupa particularmente que los profesores estén siendo reducidos al rol de simples ejecutantes de los diseños realizados en las oficinas ministeriales.

4. Creemos necesario reivindicar la educación pública. Parece urgente recordar que esta ha sido desde sus orígenes en el siglo XIX un elemento central para conformar la identidad nacional y que especialmente en el siglo XX sustento principios y valores como la diversidad, la tolerancia y la inclusión que fueron la base de nuestra convivencia democrática, pero además contribuyó a la movilidad social, permitiendo el acceso a la universidad gratuita de una parte importante de los que hoy constituyen la clase dirigente. En este contexto, tenemos la convicción de la creación de los llamados “colegios de excelencia” mantienen y profundizan el desigual acceso a una educación de calidad.

5. Como profesores de historia, geografía y ciencias sociales, rechazamos enérgicamente la reducción horaria que afecta a nuestro sector. Consideramos que la enseñanza de nuestra disciplina es central para la perpetuación de la memoria de los pueblos y en la formación de un sujeto capaz de comprender el país y el mundo en el que le toca vivir, actuar con responsabilidad en él criticarlo y transformarlo.

6. Manifestamos que la educación en su conjunto tiene un papel central en la formación ciudadana de los individuos. Pensamos que las medidas propuestas por el actual gobierno debilitan esa función, no solo por la forma en que estas se están gestando sino que además empobrecen el currículo, limitando las experiencias de aprendizaje de los y las jóvenes chilenos.

Área de Ciencias Sociales

domingo, 5 de diciembre de 2010

Cuídate la cola, profesor...

Hay inquietud ante los cambios anunciados por la autoridad educacional. Innovaciones que hacen referencia a planes curriculares y aspectos de gestión, como por ejemplo el mayor poder que se otorga a los directores. Esto último está acelerando el pulso de muchos honrados docentes, a los cuales no le basta con confiar en su trabajo ordenado y efectivo, sino además contar con la simpatía de parte del jefe, entre los cuales existen muchos descriteriados (palabra que no está en el diccionario, pero que define a aquellos que se extravían o se equivocan al elegir los criterios pertinentes para tomar las decisiones más adecuadas; en este caso, para perjuicio de los estudiantes, tal como lo reconocía una autoridad del ramo, conversando hace un tiempo con nosotros). Ahora bien, si la fortuna, o los controles, permiten contar con un conductor del proceso educativo, (ahora, de acuerdo a la reforma propuesta, serán varios) inteligente, educado, culto, instruido, sano, sabio, equilibrado y con cualidades de ejecutivo, aquellos profesionales de calidad, como los que esperan las autoridades, podrán trabajar en un ambiente propicio o por lo menos más claro en cuando a los objetivos y condiciones laborales e institucionales. Es increíble cómo hubiese sido diferente la educación hasta ahora, con líderes de ese tipo. Pero, por otra parte, en el gremio no resalta precisamente la lealtad profesional o laboral, aspecto alarmante si se toma en cuenta que somos los encargados de transmitir valores, por lo tanto, aquellos individuos múltiples, versátiles, que provocan admiración en sus alumnos y adhesión entre sus colegas más honestos, tienen muchas posibilidades de ser vilipendiados y finalmente desplazados del circuito, para desdicha de la educación y felicidad de los que se sienten inexplicablemente amagados en sus ambiciones laborales.

Me voy de Chile

por Cristián Warnken


Me voy de Chile. Me amparo en el inalienable derecho que me da ese hermoso verso de nuestro Himno Nacional: "El asilo contra la opresión".

Me voy del Chile donde la palabra empeñada no vale nada, a pesar de que mi viejo y muchos viejos de la ingenua y antigua república nos enseñaron a sostenerla contra viento y marea, incluso en las peores tempestades.

Me voy del Chile donde la lógica de la pasión por el poder está por sobre el amor al bien común. Me voy del Chile donde la expresión "hacer las cosas bien" alguna vez significó algo, pero ahora es sólo una muletilla para sacar del camino a los que de verdad hacen las cosas bien.

Me voy del Chile donde su gente, la gente anónima, los hinchas, los militantes de base, los que sostienen con su lealtad y pasión las grandes empresas y los grandes actos y épicas, son sólo un adorno, un dígito, para focus groups o encuestas o elecciones (cuando votan), pero que no valen nada cuando se toman las grandes decisiones.

Me voy del Chile que no soporta la grandeza, el talento, la genialidad, el vuelo propio, todo lo que se eleva sobre la línea media de reverberación del pantano local; el Chile del resentimiento, el que mató arteramente a Portales, el que jodió a Andrés Bello, el que se farreó a Mayne-Nicholls y a Bielsa.


Me voy del Chile de las cúpulas, las alianzas sagradas y abstractas, el lobby , las relaciones públicas, la imagen, la comunicología, las "cosas nostras", el Chile donde campea el "parecer" sobre el "ser".

¿Pero adónde y cómo me voy de este país que amo, donde nací y quiero morir?

¿Qué hacemos los chilenos, los chilenos náufragos de derecha, centro o izquierda, creyentes o agnósticos, liberales o conservadores, los trabajadores o empresarios, los estatistas o libremercadistas; los hinchas de la Católica, la Chile o el Colo Colo, el Audax o Santiago Wanderers, que, transversalmente, por encima de diferencias ideológicas o creencias o camisetas sienten que el hacer las cosas bien significa también hacer el bien y de buena manera, sacrificando los intereses individuales o corporativos por un objetivo superior y más noble que cualquier defensa de mezquinos intereses y pequeñas parcelas?

No hay adónde irse ni asilarse. Pero sí hay que irse del Chile maquiavélico y cada vez más cínico, hay que hacer que ese Chile muera adentro de cada uno de nosotros, para que así pueda nacer o renacer otro Chile mejor que éste que estamos viendo con estupor, decepción y tristeza.

Un Chile noble, un Chile con modelos a seguir y no con máscaras, un Chile que sale a la cancha a ganar el único partido que no podemos darnos el lujo de perder por autogoles olímpicos: el partido en que se juegan juntos la calidad, la decencia y la nobleza.

Por eso me voy de Chile y me quedo en Chile. Me quedo donde duele. Me quedo en la galucha, en la pichanga de barrio, en los clubes chicos, en la radio a pilas en que una voz muy potente nos invita a no arriar la bandera ante el enemigo por esta infame derrota. Me autoexilio en la segunda división, en la tercera, en la cuarta, en las profundidades todavía puras de las canchas ninguneadas.

Me voy con Bielsa, me voy con Mayne-Nicholls, me voy con ellos para que el Chile de verdad vuelva.













No escuchar la voz de la gente tiene un alto costo que siempre se paga.