domingo, 5 de diciembre de 2010

Cuídate la cola, profesor...

Hay inquietud ante los cambios anunciados por la autoridad educacional. Innovaciones que hacen referencia a planes curriculares y aspectos de gestión, como por ejemplo el mayor poder que se otorga a los directores. Esto último está acelerando el pulso de muchos honrados docentes, a los cuales no le basta con confiar en su trabajo ordenado y efectivo, sino además contar con la simpatía de parte del jefe, entre los cuales existen muchos descriteriados (palabra que no está en el diccionario, pero que define a aquellos que se extravían o se equivocan al elegir los criterios pertinentes para tomar las decisiones más adecuadas; en este caso, para perjuicio de los estudiantes, tal como lo reconocía una autoridad del ramo, conversando hace un tiempo con nosotros). Ahora bien, si la fortuna, o los controles, permiten contar con un conductor del proceso educativo, (ahora, de acuerdo a la reforma propuesta, serán varios) inteligente, educado, culto, instruido, sano, sabio, equilibrado y con cualidades de ejecutivo, aquellos profesionales de calidad, como los que esperan las autoridades, podrán trabajar en un ambiente propicio o por lo menos más claro en cuando a los objetivos y condiciones laborales e institucionales. Es increíble cómo hubiese sido diferente la educación hasta ahora, con líderes de ese tipo. Pero, por otra parte, en el gremio no resalta precisamente la lealtad profesional o laboral, aspecto alarmante si se toma en cuenta que somos los encargados de transmitir valores, por lo tanto, aquellos individuos múltiples, versátiles, que provocan admiración en sus alumnos y adhesión entre sus colegas más honestos, tienen muchas posibilidades de ser vilipendiados y finalmente desplazados del circuito, para desdicha de la educación y felicidad de los que se sienten inexplicablemente amagados en sus ambiciones laborales.

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