jueves, 14 de abril de 2011

Do you speak English?



Juan Gajardo Quintana
Todo profesor de lenguaje, sabe que detrás de las habilidades comunicativas existe un universo cultural y una concepción de mundo, propia de cada idioma.
Desde un tiempo a esta parte, la enseñanza del inglés se centró en enseñar destrezas comunicacionales de carácter instrumental, como saludar, pedir permiso, dar órdenes, solicitar, etc., lo que los expertos denominan actos de habla performativos. Se resolvió que los alumnos necesitaban herramientas para resolver situaciones concretas y desenvolverse con cierta comodidad en las relaciones sociales. En consecuencia, perder tiempo en comprender el carácter del idioma, su estructura y dinámica interna, resultaba un despropósito desde esta perspectiva. La antigua forma de enseñar el idioma extranjero, partiendo de la gramática, morfología y sintaxis, pasó a convertirse en una maña propia de anquilosados maestros escolásticos. Sin embargo, tal como lo demuestra el primer Simce orientado a medir los progresos en este ámbito, los resultados son tan malos como entonces. Es que la propuesta nueva, enfocada en la utilidad, tiene más relación con usuarios que, valga la redundancia, tienen la necesitad de usar el idioma para sortear obstáculos inmediatos. En otras palabras, tal enfoque instrumental apunta a individuos que o aprenden o se mueren, por decirlo de alguna forma entendible. Pues bien, nuestros niños y jóvenes no están en esa situación. Por otra parte, en países donde los escolares demuestran avanzadas habilidades idiomáticas, específicamente en el inglés, corresponden a comunidades cuya imperiosa necesidad nace de pertenecer a un consorcio de naciones que han hecho de la integración lingüística un tema de supervivencia. Sobre todo en países donde su idioma, más parecido a una jerigonza, no le interesa a nadie más a que a los etnolingüistas. Chile, rodeado de puro hispanoparlantes, tiene una población que se muere de la risa y llama, verifíquenlo Uds., “lengua de chancho” al noble idioma de Lord Byron y William Blake. Y no hablamos solo de nuestros hombres de campo. En establecimientos de nivel, pero que no exigen el bilingüismo en su régimen, a pesar que el anglo se enseña desde el jardín de infantes, de todos modos sus egresados deben realizar un curso acelerado de habilidades para enfrentar los desafíos de la universidad o los requerimientos laborales. Por otra parte, conversando con una académica de origen canadiense, a cargo del departamento de idiomas de una prestigiosa universidad regional, escuchaba de sus labios la expresión de extrañeza al constatar los requisitos exigidos a los profesores de inglés interesados en integrarse a su “team”: condición sine que non, era ser nativo, es decir angloparlante genuino, gringo. Ella alegaba que en nuestro país existían excelentes profesores del idioma anglosajón, perfeccionados incluso en el extranjero, que podían hacerse cargo perfectamente de esas responsabilidades. Además tenían la ventaja de poseer la lengua materna, el español, que, lejos de ser un perjuicio, constituía un plus y una facilidad a la hora de transmitir la enseñanza. Ojo que lo decía una profesora nativa. Muchos colegios se solazan atrayendo para su cátedra de idioma a personajes cuya más excelsa cualidad, y quizás la única, es el haber nacido en un territorio con nombre terminado en “land”. Recuerdo lo que le ocurrió a un pobre gringo viejo, arrastrado a un colegio técnico profesional, para impartir la enseñanza de su idioma a una horda de jóvenes no muy ávidos por su propuesta educativa. Toda su flema británica se convirtió en menos de una semana en un desenfrenado paroxismo que solo tuvo un final no trágico gracias a la oportuna intervención del cuerpo de inspectores. En suma, existen demasiadas ideas preconcebidas respecto al tema de la enseñanza del inglés. Lo que sí puedo asegurar por experiencia directa, es que cuando los profesores de Lenguaje, de español e inglés, trabajan coordinados, realizando los paralelismos necesarios y asumiendo el aprendizaje no como una suma de destrezas de acróbata, sino como un dominio más entre todos para el crecimiento armónico de las personas, el asunto mejora considerablemente. Ah, y no nos olvidemos que detrás de esto también hay una “industria” bastante atractiva, tal como la que surgió hace algunos años, relacionada con el chino mandarín”.

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