jueves, 2 de febrero de 2012

Los primeros heridos en la batalla política (o el arte de caminar con pie de plomo)

Juan Gajardo Quintana

Es una verdadera lástima que nuevos rostros en la política hayan visto frustradas sus aspiraciones como alternativas viables. Y por lo general, la causa es la misma: no pudieron sobreponerse a las maquinarias que los más viejos tienen montadas al interior de los partidos. Aunque más que maquinarias, son verdaderas pirámides construidas a través del tiempo, con la finalidad de asegurarse los apoyos necesarios para sostener las carreras políticas de los que ya están instalados. Porque, estimado lector, ¿se acuerda de esas cartas pegotes que le llegan cada cierto tiempo instándole a iniciar su propia empresa? Según eso, usted entra a formar parte de una célula y debe conseguir x número de nuevos afiliados para formar la suya propia. Algo muy parecido acontece dentro de los partidos, de modo que, llegado el momento, el iniciador de esta cadena, cuenta con los dependientes necesarios para proclamarse el elegido entre los suyos. Con la salvedad que, al igual que en esas famosas pirámides, el único ganador resulta ser el que comenzó todo y se aseguró de tener a los suyos en los puestos clave. Es por eso que, en primer término, lamentamos que figuras promisorias como Miguel Vásquez García, un personaje que ha dado muestras de integridad y consecuencia, características escasas en estos tiempos, haya sido desplazado por determinadas personas que sí pertenecen al tipo de esquema que describimos, dentro del partido al cual pertenece Vásquez García, la Democracia Cristiana. El desencanto con el que se plantea el afectado, al conversar con él, nace de reconocerse como el nombre en el cual los referentes locales, dentro de su partido, habían depositado su confianza. Sin embargo, parece que tuvieron más poder, a la hora de las decisiones, quienes detentaban la representación a nivel distrital, es decir, regional, todos proclives al consejero regional, señor Pablo Gutiérrez. Cabe reflexionar acerca de cuál puede ser el sentimiento de quienes sienten la necesidad de promover el surgimiento de líderes desde las bases partidarias.
Otro aspecto que no deja de ser decepcionante, es la escasez de competidores en las Primarias de la Concertación. Cuando todos esperábamos asistir a una contienda amplia con representantes de todas las colectividades de la coalición, incluso otros más, desembocamos en un duelo singular entre dos candidatos. Empieza uno a sospechar acerca de la certeza y calidad de los discursos pronunciados. No podemos entender cómo se lanza alguien a la aventura y después aparece renunciando -mejor dicho, no aparece- a la hora de las definiciones. Más aún cuando recibimos trascendidos que denuncian un intento de negociación –léase, arreglín- de parte de los representantes del fallido candidato. Intentos que hablan de concesión de de puestos municipales, bajo la condición de dejar el camino amplio y abierto para el candidato socialista, acerca de cuyo equipo algunos ciudadanos han declarado recibir información falsa respecto a la obligatoriedad de votar y, por otro lado, es notorio su discurso triunfalista, en orden a presentarse como el abanderado pre-tempore de la alianza opositora.
Conviene destacar, finalmente, la escasa novedad con que nos estamos acercando a los comicios, cuando los rostros alternativos encuentran tanta resistencia para emerger, en circunstancia que la población ha mostrado con creces su abominación por las prácticas, la retórica e incluso los nombres de quienes han hegemonizado la política en los últimos tiempos. Para qué decir, de los equipos, esos mismos que veíamos apoltronados detrás de los escritorios, cada vez que nosotros, modestos ciudadanos, necesitábamos hacer un trámite en alguna oficina pública.

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